ENTREVISTA

Matías Piñeiro: "No soy quién para exigir nada al espectador, pero necesito que sea mi cómplice"

El director argentino presenta 'Isabella', su última película, en el Festival Internacional de Cine de Gijón, que se celebra esta semana de forma online | Más cine y series, en Kinótico

David Martos

Gijón |

Matías Piñeiro [Buenos Aires, 1982] debería pasar esta semana bajo el sol que -inusitadamente- calienta el final de noviembre en Asturias. Su última película, 'Isabella', compite en la sección oficial [Albar] de la 58 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, de una muestra que ha tenido que marcharse de las salas para refugiarse en Filmin y en su nueva plataforma online por los rigores de la lucha contra el coronavirus. Por eso Matías Piñeiro atiende la llamada de Kinótico desde la soleada capital de Argentina que, al contrario que Gijón, camina hacia el calor del verano. Piñeiro no reside en su ciudad natal, pero ha alterado sus planes iniciales de viajar a España desde Nueva York para visitar, en su lugar, el Festival de Mar del Plata. La conversación comienza con un lamento por no poder presentar la cinta de forma presencial, pero con la valoración positiva de que se podrá ver en otros rincones de España.

'Isabella' fue calificada por los críticos, a su paso por la última Berlinale, como un paso hacia lo indie de un cineasta que evolucionaba hacia un lenguaje más comercial, más amable con el público. El director reniega de esta etiqueta. "No pienso en lo comercial porque todas mis películas se han hecho en un margen, de una manera artesanal", puntualiza Piñeiro tras precisar que las apreciaciones de los críticos son... cosa suya. "En mi cine hay un juego de variaciones y repeticiones. Hay una película que es un poco más lineal… y a eso le contraviene una película que es un poco más compleja. Hice una película que es un poco más rápida, así que esta va a ser un poco más lenta. Hay un juego para generar variedad y diferencia entre una película y la otra. Así que si ‘Hermia & Helena’ (2016) puede parecer una película de un cierto ritmo, ¿para qué repetirlo? ¡Probemos otra cosa!".

Y es que su última película, que narra el proceso de una actriz que aspira a interpretar el papel de 'Isabella' en un montaje de 'Medida por medida', de William Shakespeare, obliga al espectador a componer el puzzle de la narración en su cabeza. Hay saltos temporales sin aparente conexión, con transiciones en colores magenta a modo de separadores. "Yo no quiero exigirle al espectador, no soy quién para exigirle nada", asegura el director. "Pero sí necesito un espectador cómplice, que se arriesgue, que quiera hacer una película propia. Y para eso es necesario dejar ciertos huecos". El artífice de 'Viola' o de 'La princesa de Francia' juega, por tanto, a explorar los límites de la narración cinematográfica en la sala de montaje, pero siempre en colaboración con sus intérpretes: "Trato de escuchar lo más posible. Sé que llevo bastantes cosas desde el guión y que soy un poquito cabeza dura, pero también me doy cuenta desde los ensayos de que necesito esa relación con el otro, que los actores modifiquen lo que yo les propongo. Necesito esa interacción".