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El mordisco que supone el pago de las medicinas en el caso de que se precisen tratamiento de larga duración o que la renta no sea demasiado elevada es muy relevante. Desde hace años ya estamos hablando del enorme coste que para las arcas públicas supone sufragar un servicio tan esencial como es financiar las medicinas. El reto es encontrar formas justas de pago.

La Autoridad independiente de Responsabilidad Fiscal está revisando el gasto público tocándole el turno a los medicamentos por lo que su financiación representa en el PIB. Al organismo le parece que podría ser mucho más eficaz y que podríamos ahorrar entre 1.000 y 2.000 millones en dos años con medidas como modificar los copagos, variar los tramos de lo que aporta el usuario a la hora de costear el fármaco y estimular la competencia entre medicamentos dejando que el paciente elija entre genérico y marca.