Carme Forcadell

Sálvese quien pueda. Tanto exaltar la resistencia de los antiborbónicos hace trescientos años, tanto mercat del Born, tanto Guifré el Pilós, tanto recordar a Companys y tanto evocar a los segadores que pasaron a cuchillo al conde de Santa Coloma para acabar en el sálvese quien pueda.

Rubén Amón analiza en Más de uno la declaración de Carme Forcadell ante el Tribunal Supremo y se pregunta: "¿no le faltó tararear el himno de España, vestirse de faralaes, pedir un autógrafo a Isco y jurar un boicot a los productos catalanes?".

Fernando Ónega asegura que si Carme Forcadell hubiera mantenido ante el juez su posutura, "a estas horas estaría como los consellers". "Es fácil deducir que su cambio de actitud se debió a una razón humana, miedo a la cárcel", comenta. Además, explica que la proclamación de la República no fue simbólica, aunque no valga para nada y añade "la que es simbólica es Forcadell, la que recula y promete no convocar más actos ilegales y que indudablemente decepcionó al independentismo".