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Desde hace años, la liberalización horaria de los comercios se ha convertido en caballo de batalla (hasta ahora, batalla siempre perdida por la primera de las partes) entre Ayuntamiento de Málaga y quienes deberían dar forma a ese nuevo concepto: Junta de Andalucía y comerciantes. Si bien la administración regional dejó de ser obstaculo, una vez se consumó el cambio de signo político en la región tras casi cuarenta años de socialismo, el actual marco legal y los compromisos ya firmados hacían inviable un giro de tuerca en ese sentido, hasta que no avanzase el calendario. La Junta de Andalucía advirtió al consistorio que, para una revisión del documento, tocaba primero que la ciudad renunciase a la anterior declaración de zonas de gran afluencia turística, como paso previo a la autorización de una nueva regulación, que se espera sea más abierta, nunca mejor dicho. Hablamos con la concejala de Comercio en el Ayuntamiento de Málaga, Elisa Pérez de Siles, con el presidente de Málaga Comercio, Salvador Pérez, y el periodista de Diario SUR, Juan Soto.

Marbella es diferente. No hay duda. La realidad es tozuda. La ciudad ha ido haciéndose a sí misma poco a poco, sobre todo, desde la década de los 60, cuando el turismo se convirtió, para no abandonarlo ya, en el puntal básico de la economía local. Pero con eso sólo no vale. Tiene algo más. Un yo qué sé, qué sé yo, que la hace especial.