Un apego saludable es vital desde la primera infancia. Nos ayuda a establecer relaciones humanas positivas, y puede prevenir una gran diversidad de alteraciones mentales y emocionales; sin embargo, el desapego también es necesario para tener una buena salud mental, física y emocional.
El desapego (la capacidad de soltar, dejar ir) es tan importante como la capacidad de retener. Cuando existe resistencia al apego, el escenario se comprime y difícilmente podemos acceder o aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
¿Qué es el apego malsano y cómo reconocerlo?
Hay mucha confusión cuando se habla de apego y desapego. La psicología se refiere al apego como el vínculo emocional que existe entre una madre o cuidador primario y un niño, pero el concepto es muy flexible y se utiliza también para definir el vínculo que los adultos establecemos con otras personas, objetos y situaciones.
Es posible apegarse a un empleo, una pareja o una casa, y –dentro de ciertos límites– es normal que ocurra; sin embargo, cuando no desarrollamos un estilo de apego organizado durante la infancia, es probable que nos veamos inclinados a repetir esquemas de apego malsano en todas las áreas de nuestra vida en la etapa adulta.
Los beneficios del desapego
Desapegarse no es envilecer, tampoco significa que seamos malas personas por tomar la decisión de hacerlo. Al contrario, necesitamos aprender a soltar para ofrecer lo mejor de nosotros al mundo.
Cuando dejamos ir experiencias dolorosas y soltamos todo aquello que ya no pertenece a nuestra vida, toda la energía puesta en atarnos a ilusiones inútiles puede ser redirigida a fines productivos. Los beneficios son:
-Un mejor uso de nuestra imaginación y creatividad.
-Energía y motivación para adoptar hábitos más saludables (como hacer ejercicio y cuidar de nosotros mismos).
-La ansiedad comienza a desaparecer, y también los síntomas de depresión.
-Nuevas oportunidades llegan a nuestra vida. Es más sencillo obtener un mejor empleo, una mejor casa, incluso entablar una mejor relación de pareja cuando tenemos las manos libres y estamos abiertos a recibir.
-Resiliencia fortalecida para hacer frente incluso a los momentos más difíciles de la vida.
-Obtenemos claridad de pensamiento, y eso nos ayuda a materializar la vida que soñamos.