Magallanes-Elcano

El Tratado de Tordesillas deja muy claro el reparto entre Castilla y Portugal de los dominios de ultramar y ahora una nave castellana está atravesando la parte lusa del globo. No pueden dejarse ver, han de sortear cualquier riesgo de ser detectado por los barcos del rey Manuel. Están contraviniendo el pacto entre las dos potencias del mar y en caso de se avistados lo mínimo que les espera es la prisión. Hay que llegar a Cabo de Buena Esperanza cuanto antes y emprender rumbo norte a España, sin olvidar que pueden toparse con piratas.

Quedan pocos hombres en tierra. El cuidado debe ser mayor ahora que han logrado el objetivo de cargar preciosas especias con las que enriquecerse pero la avaricia puede traer problemas… Un borbotón de agua de mar estropea la pimienta apilada. Intentan trasladar lo que pueden de un barco a otro. Elcano decide regresar en solitario a España por la ruta de la India. A punto de entrar en 1522, la Victoria parte de nuevo hacia el océano abierto al oeste mientras la Trinidad improvisa una especie de dique seco para los trabajos de reparación. Pero es una ruta jalonada por las tempestades, viento en contra y duro oleaje. Pasarán cinco años hasta que regresen a Europa.

Una travesía durante una nueva semana, rumbo este, será para todos una sorpresa, han llegado a una isla que sobresale del resto. Se adentran en una nueva tierra y cuando se alejan del mar hay una fragancia que les llama la atención, el olor a clavo, olor a metal en monedas. Ya han pasado dos años del comienzo de la travesía y celebran su alegría, por fin han llegado a su meta. Cargan la mercancía con generosidad y rapidez, para volver cuanto antes a Sevilla.