ONDA DEPORTIVA GRANADA

Las cosas en el Granada CF no están bien. Esto parece más que evidente. La última hora ha puesto en el disparadero, en la diana, a su entrenador Fran Escribá, al que han llegado incluso a acusar de racismo y que por cuenta de la que ha liado unido todo a los malos resultados, especialmente por esto último, se ha ganado a pulso las iras del respetable, con toda la razón. Recuerden que en ellas puso a caldo a uno de sus jugadores, Martin Hongla, a quien después del error en el gol envió a Camerún. Las palabras del valenciano son gruesas, inoportunas y ponen al pie de los caballos a su futbolista, al que, si no le pide disculpas urgentes y sinceras, va a tener bastante complicado volver a mirar a la cara. Primero por decir públicamente lo que dijo de el, y segundo, porque no ha sido justo. Tanta culpa tiene Hongla como Mariño. Pero las relaciones humanas, tal y como se deterioran, si hay un arrepentimiento sincero, completo y las disculpas se llevan a cabo de forma abierta y para todo el mundo, se pueden reconducir, aunque no tomen juntos la cena de la próxima Navidad. Pero lo que parece más complicado de solucionar es el juego y los resultados, consecuencia lo segundo de lo primero, del equipo. Este Granada CF, especialmente fuera de casa, no juega a nada, no tiene carácter, y es incapaz de generar el número suficiente de ocasiones de gol para poder ganar los partidos. Ese es el problema del equipo y del entrenador. No que le acusen de racismo, que ya ha quedado demostrado que parece que no lo hubo. El gran conflicto de este club es que no tiene una presidenta que actúe y de la cara, que el adjunto tampoco lo hace y los demás toman decisiones de fútbol cuando no saben. El problema de este equipo, de Escribá y del club es que el equipo, fuera de casa, no mete goles. Ese es el problema. Que se dejen de historias.

Si la derrota del Granada CF en Cádiz ha sido dolorosa, las declaraciones posteriores a la misma del técnico Fran Escribá fueron peores. El equipo perdió en el Nuevo Mirandilla gracias a llevar a cabo un mal partido, uno más, y a un error compartido entre Martin Hongla y el guardameta Mariño que hizo posible el único gol del partido. Pero salvo los primeros minutos del choque, en el que el conjunto rojiblanco, por mediación de Tsitaishvili, envió un balón al palo, el conjunto granadinista no aportó absolutamente nada en ataque. Es decir, tras el tanto amarillo, que se produjo en el 28 de partido, nada de nada, el Granada no existió. Es cierto que el error es grosero, pero no se puede culpar solo a dicho fallo de una nueva derrota del equipo, una más fuera de casa. Pero si grave fue la pérdida del partido, peor fueron las declaraciones del entrenador, cargando con dureza contra Hongla, uno de sus mejores futbolistas. Comportamientos como este no tienen precedentes, al menos que recuerde, en la historia de este club. Ni en los peores momentos al borde de la desaparición, con los futbolistas tumbados en colchones en la acera de Recogidas, se escuchó nada parecido. Ha sido este un asunto que cala hondo en el vestuario porque con qué cara se planta ahora el entrenador frente al futbolista una vez haya vuelto de, sí, jugar con Camerún? Tema feo que veremos a ver cómo resuelve el club. En baloncesto, por desgracia, nueva derrota del Covirán en el Palacio de los Deportes ante un rival directo, Lleida. El arbitraje perjudicó, bien es cierto, el club se ha quejado oficialmente de ello, pero el tiempo se puede decir que o ha terminado o el club rojinegro va a necesitar ahora un gran milagro, mayor que el de los anteriores años, para poder salvar la ACB. Muy complicado lo tiene, con árbitros o sin ellos.

La afición siempre es soberana y también tiene siempre razón, aunque a veces se equivoque. Pero la gente, aunque no acierte, los aficionados, en definitiva, son lo mejor del fútbol, conforman lo más sano de este deporte. Algunos se equivocan y hacen cosas que no se deben ni pueden consentir, pero lo inmensa mayoría le dan sentido a este deporte y son el sustento del gran negocio llamado fútbol. Los seguidores incondicionales que llenan los estadios, pagando cantidades abusivas por ver un partido, a veces es verdaderamente malo, merecen la mejor consideración de los dirigentes, que deben anteponer los intereses de la gente antes incluso de sus intereses personales y particulares. Es lo justo y a su vez más inteligente. En este sentido, la afición de Granada, del Granada CF, a la que siempre la hemos considerado como la mejor del mundo, que ha soportado todo, veintitrés años sin ver a su equipo en categoría profesional, de los cuales cuatro de ellos en tercera división y diecinueve en segunda división b, una categoría que conocemos bien y que para los intereses rojiblancos ha sido maldita, pues bien, estos incondicionales están comenzando a abrir los ojos y han dicho, en buena medida, hasta aquí hemos llegado. Lo de Córdoba ha hecho mucho daño, pero también lo ha hecho muchos otros ninguneos y un sin fin de medidas que se han llevado a cabo de espaldas a esos seguidores incondicionales. Que los dirigentes del club, que los hay a puñados, lo analicen.