profesora

Eva era una niña como cualquier otra de su edad, 10 años, pero en marzo del año pasado algo cambió. Había ido a cenar a un restaurante y al llegar a casa, su cara comenzó a hincharse. Alana, su madre, la llevó a urgencias y fue tratada por una reacción alérgica. Pero la hinchazón regresó una hora después, y esta vez, las pruebas revelaron que la pequeña tenía solo un 4 por ciento de la función renal y su vida corría peligro. Le practicaron una biopsia de riñón y los médicos dijeron que la única esperanza para Eva era un trasplante.

Eva era una niña como cualquier otra de su edad, 10 años, pero en marzo del año pasado algo cambió. Había ido a cenar a un restaurante y al llegar a casa, su cara comenzó a hincharse. Alana, su madre, la llevó a urgencias y fue tratada por una reacción alérgica. Pero la hinchazón regresó una hora después, y esta vez, las pruebas revelaron que la pequeña tenía solo un 4 por ciento de la función renal y su vida corría peligro. Le practicaron una biopsia de riñón y los médicos dijeron que la única esperanza para Eva era un trasplante.