Les voy a contar una historia cortita. Corría el año de 1912 cuando Theodore Roosevelt, al que aquí llamábamos Teodoro y en su país Teddy, fue advertido por su jefe de campaña de que —Houston, Houston— tenían un problema bastante gordo. Habían preparado tres millones de folletos electorales para persuadir a los votantes de que auparan de nuevo al candidato a la Casa Blanca. Ya había sido presidente, pero ahora se presentaba con un partido nuevo, denunciando la corrupción de los dos partidos tradicionales, su servilismo ante los poderes fácticos, él era la nueva política, el Partido Progresista que venía a refundar la política estadounidense.