Hasta 40 años han tenido que pasar para que el Atlético se vuelva a citar con la historia. El Atlético está en la final de Lisboa, una final que no saborea desde la temporada 1973-1974, en la que Luis Aragonés marcó pero no se pudo ganar. Hoy han sido distintos los protagonistas que han vuelto a hacer posible la hazaña de estar ahí, de llegar donde muy pocos pudieron, donde el gol de un mito rojiblanco no pudo derrotar al Bayern de Múnich. Y todo ello con el mérito en la dirección de Simeone. Histórico.
Un Simeone que apostó por Adrián en la alineación inicial. No le defraudaría después, pero fue la sorpresa inicial del once, al igual que lo fue la inclusión de Azpilicueta como interior en el Chelsea, una variante que tampoco valió a Mourinho para alcanzar el sueño.
"Nadie tiene la verdad sobre el fútbol", dijo Simeone en la rueda de prensa previa al partido, en referencia a la defensa que plantó Mourinho en el Calderón. Y lo cierto es que la verdad del fútbol dio la razón a un Atlético con coraje, con corazón, que trabajaron como hermanos, tal y como entona su propio himno y los miles de aficionados que no dejaron de cantar en Stamford Bridge.
El Atlético salió más pausado, esperando las intenciones de un Chelsea más dominador. Esta faceta ya se le ha visto al equipo de Mourinho, sobre todo en Stamford Bridge donde muchos equipos le ceden la iniciativa a pesar de que no le importa tener el balón para crear peligro. Como al Atlético, que también se llegó a sentir a gusto viendo cómo el Chelsea movía demasiado en horizontal y con un ritmo que no favorecía ningún tipo de llegada hacia Courtois.
En el minuto cuatro, Koke ya avisó y mandó un centro chut al larguero de la portería de Schwarzer. Stamford Bridge se silenció por segundos, dando muestra del respeto que se tiene a este Atlético de Madrid. El Chelsea, aunque apenas inquietó a Courtois, no tendría su oportunidad más peligrosa hasta el 22', pero hasta entonces seguiría asumiendo la posesión del esférico.
Y al equipo de Mourinho le pasó como en ocasiones en el Calderón: no supo muy bien qué hacer con el balón y, aunque se animó a subir arriba y tocar más en campo contrario que en la ida, no dejaba las mismas sensaciones que el Atlético, que cuando olía la imprecisión del Chelsea, robaba en un trabajo más que notable y se mostraba mucho más vertical que el Chelsea.
David Luiz dejó una bonita chilena que se marchó por poco en el 22' en lo que fue una de las ocasiones más peligrosas. Fue el PARTIDO de las defensas, ya que ninguna de las dos zagas dejó recibir bien a los atacantes contrarios, ni tampoco propició que las acciones que se teñían de peligro puro llegaran a más. Cahill o Terry, y Miranda, Godín y Juanfran, dieron más que muestras de seguridad y fueron todo un ejemplo de cómo defender.
Fernando Torres, que había estado muy activo en la primera mitad, tuvo que ser el que pusiera un jarro de agua fría a su Atlético de Madrid. No pudo marcar en la ida, pero sí lo hizo en el 36' al equipo de su alma, tras recibir un balón de Azpilicueta desde la derecha y empujarla con la mala suerte de que tocó en Mario Suárez y entró en la meta de Courtois. El de FUenlabrada no lo celebró y levantó los brazos en señal de perdón.
La alegría para los londinenses duró poco, lo que tardó Adrián en confirmar la confianza de Simeone hacia su persona. "Adrián será titular y marcará", llegó a decir el técnico argentino cuando alineó al asturiano en los cuartos de final ante el Barcelona. Y aunque cuajó una buena actuación, no pudo marcar. Así, formó parte de una gran jugada colectiva en la que un imperial Tiago vio la entrada de Juanfran por la derecha y el lateral, viendo a Adrián en el segundo palo, le cedió un balón perfecto para que Adrián marcara a placer.
El agua fría no fue tal para el Atlético y sí para el Chelsea, que tras el descanso salió muy tocado. El Atlético no dejó de pelear, lo que ha estado haciendo todo el año, y ni mucho menos se conformó con el 1-1. En el 58', Eto'o barrió de manera clara a Costa en área propia y Rizzolli no lo dudó: señaló un penalti que tardó dos minutos en lanzarse pero que tuvo desenlace feliz para el Atlético. Diego Costa hizo su gol número 36 en esta campaña y fue a abrazarse con el máximo artífice del sueño atlético, el Cholo Simeone.
Pero Courtois merece un capítulo aparte. El Atlético puede presumir de tener al mejor portero del mundo en estos momentos y bien que lo demostró en la segunda mitad. Qué pensaría Mourinho viendo la exhibición y la seguridad de Courtois y pensando que no tendría que haber jugado. El meta belga se encumbró parando un cabezazo de Terry en el 52' y haciendo gala de unos fabulosos reflejos en el 63' tras un centro de Willian que dio en el larguero y habría caído a los atacantes del Chelsea de no ser por Courtois.
La recta final del partido acompañó a una exhibición del Atlético de Madrid. Dio un recital con el balón, sin él, llegando al área con claridad, aprovechando cada uno de los espacios, la subida de los laterales (inmenso Filipe), el trabajo y los pases de los centrocampistas bajo la bandera de un gran Tiago.
Simeone volvió a tocar la tecla precisa, como casi todo el año, y dio entrada a Raúl García, a Cristian Rodríguez y a Sosa por un Diego Costa lesionado. Donde quiere que esté, Luis Aragonés estará orgulloso de su equipo, de los suyos, que ganan, ganan, y vuelven a ganar. Y están en Lisboa, donde les espera una cita histórica para la entidad rojiblanca y una plantilla que merece todo. Simeone lo ha hecho posible. Solo hay que ver cómo dirigió al equipo, cómo celebró cada uno de los goles de su equipo y cómo miró orgulloso a sus jugadores sobre el césped tras el triunfo. Habrá final española.