Así sigue el Atlético la estela del liderato del Barcelona, en un partido en el que muy pocas veces un gol tuvo un efecto tan dañino para el autor, el Eibar, y tan positivo para el receptor, el equipo madrileño, que se adueñó entonces del partido, de la victoria y de tres puntos fundamentales en su persecución del club azulgrana.
El Atlético no funcionó en el primer tiempo. Reinventado desde el once por las bajas de futbolistas claves en su esquema, exigido por la intensidad y la presión en medio campo del Eibar y sin precisión, nunca logró el partido que quería en el trayecto hacia el descanso, un ejercicio repetitivo de pelotazos, rechaces y segundas jugadas.
Por parte suya y del Eibar, embarullados en una batalla más de fuerza que de talento, en una pelea equilibrada, casi inofensiva sobre la portería de uno y otro equipo y oscura, sin concesión para el oponente, pero también sin ocasiones, con una única luz en 45 minutos, eso sí muy intermitente, la que encendió alguna vez Correa.
Sólo muy de vez en cuando, las acciones del argentino, una de las cuatro novedades en el once del Atlético, alteraron algo la monotonía por la que transcurría un duelo gris, limitado en cuanto a oportunidades a un tiro alto del propio atacante y a otro del francés Antoine Griezmann. En el otro área, más o menos lo mismo.
Ni el Atlético encontró en todo el primer tiempo el plan que había diseñado en la previa de presionar arriba a su adversario -no le dio opción el Eibar al poner en largo la mayoría de sus saques de portería- ni pudo jugar con constancia en campo rival, obstruido por momentos por el conjunto vasco, meritorio atrás, pero tímido arriba... hasta los primeros 50 segundos del segundo tiempo.
Hasta ese momento, apenas había inquietado al esloveno Jan Oblak, hasta que un error de Saúl Ñíguez penalizó al Atlético con el 0-1. Situado este sábado en el centro de la defensa como recurso de urgencia entre las bajas de cuatro de los siete zagueros de su equipo, falló a la hora de lanzar un pase como último hombre -se le quedó entre sus piernas-, se lo arrebató Sergi Enrich y Keko, con un tiro certero con el interior del pie derecho, lo transformó en gol.
Pero el golpe agitó al Atlético, que reaccionó de forma fulminante desde el juego, en un arrebato de rebeldía y ambición, impetuoso ya sobre la portería contraria, levantado con tres saques de esquina seguidos, el último magnífico de Koke y cabeceado por el uruguayo José Giménez; el 1-1 diez minutos después del 0-1.
Y seis más tarde, de la misma forma, completó la remontada. De nuevo desde la estrategia, de un córner de Koke, y de nuevo de cabeza, esta vez de Saúl, repuesto de la mejor manera posible de su error anterior, con el 2-1, con el gol que encarriló ya de forma definitiva la victoria de un Atlético infinitamente mejor que antes.
Tuvo algún gol más, en una jugada de Yannick Carrasco y en otra de Fernando Torres, aclamado a su entrada en el minuto 75 y jaleado cuando se disponía a encarar a Asier Riesgo en su primera ocasión. Luego estalló el estadio, con el gol del 'Niño', el del anhelado número cien en su carrera en el conjunto rojiblanco.
El Eibar, superado y noqueado desde muchos minutos antes, ya era consciente de que su ocasión de puntuar se había esfumado, a contracorriente ya de la pelota y de las segundas jugadas con las que mantuvo el partido y a su rival apagado la primera parte y doblegado precisamente desde que apuntó al triunfo con el 0-1, el gol que revolucionó al equipo rojiblanco hacia la remontada (2-1).