El pase de Antoine Griezmann y la definición de Samuel Lino, dos toques desde el centro del campo propio hasta el área contraria que confluyeron en el 1-0 al borde del descanso, lanzaron al Atlético de Madrid a una victoria incontestable sobre el Valencia, derribado definitivamente por Memphis Depay con Moise Kean como espectador y Arthur Vermeeren en el banquillo sin minutos.
Un partido redondo (de una hora, porque después se relajó) del equipo de Diego Simeone, de nuevo tercero en la clasificación, superior siempre hasta el 2-0, ejecutor de su plan sin demasiados sobresaltos, fino con el balón, inaccesible prácticamente sin él salvo en el tramo final, completo en cada línea y, sobre todo, resolutivo cerca del descanso y en el inicio del segundo tiempo para devorar también en el marcador al Valencia.
Y con descansos programados para varios de sus futbolistas más titulares. Simeone maneja el desgaste de su equipo. Entre tantos partidos, cuando la dimensión de los desafíos crecen, cuando todo es una 'final' o similar para la supervivencia en el momento crucial del curso, cuando la carga de minutos es una evidencia, el técnico rebusca el espacio para la pausa reponedora, para rebajar tanto sobreesfuerzo en su alineación más tipo, y salir vencedor.
Hace una semana, el pasado lunes, en Granada dosificó de inicio a Giménez, Koke y De Paul. Este domingo, hizo lo propio con Witsel, Hermoso y Morata. Ya asoma el Rayo Vallecano, después el Real Madrid, las semifinales de la Copa del Rey contra el Athletic, los octavos de la Liga de Campeones contra el Inter... Quiere a todos preparados. Los necesita el Atlético.
Lo sabe Simeone, que dio recorrido a Reinildo, titular once meses después, sin evidenciar tal inactividad, o Pablo Barrios, que representa un recurso indispensable, un futbolista cuyo rompedor giro y manejo del balón en medio campo son un plus. Su conexión ofensiva con Lino por el sector izquierdo fue imparable por momentos para el Valencia, que sufrió claramente por su banda derecha, cuando se cruzo Mamardashvili, seguro, colocado en el sitio justo, salvador cuatro veces.
Por la claridad y la visión de Barrios, también por su poderosa conducción, y por el desborde de Lino, enfrentado a su exequipo, al que hace siete meses salvó del descenso y al que hoy puso en jaque unas cuantas veces, vertical y atrevido. No acertó Griezmann en ninguna de las dos que dispuso en el primer tiempo, una a pase de Memphis, otra irrupción en el once.
Frenado por tanta lesión (174 días de baja desde su fichaje por el Atlético hace un año), la titularidad una cuestión ajena hoy por hoy al atacante neerlandés, cuyas cualidades no admiten duda. Quizá su continuidad. Este domingo, entre el descanso para Morata, dejó destellos de toda su clase, de sus posibilidades, de su dimensión... Y marcó un gol: el 2-0.
El Atlético dominó al Valencia con una precisión y una posesión visiblemente por encima de su media, pero, inicialmente, con una pegada menos demoledora que en muchos tramo de esta temporada; un filo sobre el que se sostuvo vivo el Valencia hasta el borde del descanso, cuando sufrió, despistado en un saque de banda rápido, lo que podía intuir tiempo antes.
Entre el medio campo y la definición, dos toques le bastaron al Atlético para romper a la defensa del Valencia, puntualmente desubicada, sin rastro de Foulquier en puesto de lateral derecho. El primero fue el centro en largo de Griezmann desde su terreno, como un centrocampista creativo; el segundo fue el gol de Lino, a la carrera ante Mamardashvili.
El jugador total francés ha contribuido en 21 goles, doce como autor y nueve como asistente, en los últimos 27 duelos en casa del Atlético, vencedor de 25 de ellos e invencible en todos. Sólo el Getafe puntuó. No cae junto a su público desde el 8 de enero de 2023.
Imprevista la concesión del Valencia, no lo fue tanto el gol, en un partido como el que había soportado hasta entonces, sometido al control absoluto de su rival, sin darse ni siquiera la alegría de aventurarse en el área contraria más que un saque de esquina y en el mismo centro que originó la contraofensiva del Atlético para el 1-0. Jan Oblak casi ni siquiera la tocó con las manos en todo el primer tiempo, que terminó con una derrota por la mínima.
La mejor noticia -fugaz, eso sí- para el equipo de Rubén Baraja. Protagonista de la derrota más amplia del Atlético esta campaña en septiembre y con cuatro victorias consecutivas en LaLiga, su mejor racha en un lustro, jamás se sintió en el nivel que tiene sobre el terreno. Tampoco en el partido que quería. Ni mucho menos en el ritmo que más lo convenía. El reto del Metropolitano fue inabarcable para él en el primer tiempo y también en el segundo, aunque empezó con un tiro de Javi Guerra que recordó a todos que aún había partido. O no.
Un intento, esporádico, del Valencia que se quedó en eso, porque lo solventó Oblak y porque instantes después todo se había acabado para el conjunto visitante, sostenido una vez más por Mamardashvili a un testarazo de Savic, otro de los refrescos en el once inicial, pero ya sobrepasado por otro ataque de mérito del Atlético, otra vez incontestable.
Lo fue el fenomenal pase largo y cruzado de Koke que surcó el cielo hasta la profundidad en la banda derecha de Nahuel Molina, que controló y el centro para el remate de cabeza de Memphis. El 2-0. Su décimo gol en el Atlético, en 25 partidos tan solo. Y el cuarto en los últimos cuatro encuentros. La competencia crece para los 19 tantos de Morata. Era el minuto 57. Después, el Atlético se relajó. Demasiado.
Con Moise Kean (el delantero del Juventus que este lunes será del Atlético cedido hasta el final de la temporada) en el palco y sin minutos para Vermeeren; espectadores de todo lo que les espera en el conjunto rojiblanco, protagonista de un partido irrebatible, en ataque y en defensa y reintegrado al podio de la clasificación de LaLiga EA Sports mientras no pierde de vista ni al Girona ni al Real Madrid, once y diez puntos por delante. Aún demasiado lejos.