La Diócesis defiende que pretende ser una guía para actuar adecuadamente frente a la revelación o fundada sospecha de abuso sexual sabiendo qué hay que hacer con la víctima y con el presunto abusador en lo que se refiere a responsabilidades, canales de comunicación, actuaciones a realizar y para prevenir situaciones de conflicto.
De igual modo, el código de buenas prácticas que lo acompaña está orientado a fijar "pautas positivas" tanto en la organización como el desarrollo de las "actividades pastorales, educativas y lúdicas con niños y adolescentes".
El objetivo es que la Iglesia sea un "ambiente sano y en un espacio seguro" del menor y de las personas vulnerables.