Los hospitales Universitarios de Puerto Real y Puerta del Mar de Cádiz están liderando un proyecto de inteligencia artificial que pretende acelerar el proceso de cribado de pacientes con sospecha de infección por SARS-CoV-2. Este proyecto de investigación e innovación, titulado D&SAI, ha resultado además merecedor de una de las 6 ayudas competitivas financiadas en el marco de colaboración público-privada. El estudio está coliderado por los doctores Alberto Romero Palacios (Jefe de Sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Puerto Real) y José Antonio Girón González (Jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Puerta del Mar), ambos investigadores pertenecientes al Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz (INiBICA), en colaboración con la empresa E-PROCESS-MED S.L. Esta colaboración surge con el objetivo de implementar un método de diagnóstico innovador para mejorar la estrategia actual de identificación de pacientes negativos para la COVID-19 en el entorno sanitario.
El proyecto consiste en un estudio clínico prospectivo multicéntrico, en la que los sujetos seleccionados serán sometidos a las pruebas necesarias para confirmar la hipótesis planteada, que pretende equiparar la eficacia de un resultado negativo en la prueba PCR con la obtenida a través de un test de antígenos junto con la herramienta tecnológica de la empresa, D&S-COVID. Dicha herramienta emplea un algoritmo predictivo elaborado mediante inteligencia artificial, basado en la anamnesis y cuestionarios epidemiológicos, que actualmente permite detectar pacientes COVID-19 con alta sensibilidad, aunque baja especificidad. De demostrar la comparabilidad de ambas estrategias, los resultados del proyecto supondrán una importante ayuda en el manejo de los pacientes con sospecha de infección por SARS-CoV-2. Así, la posibilidad de descartar la infección activa sin necesidad de esperar al resultado de una PCR (no inferior a 3-4 horas en el mejor de los casos), permitirá reducir el tiempo de diagnóstico, así como el coste del material y de los recursos sanitarios (económicos y humanos) destinados al diagnóstico de la COVID-19, lo que tendría sin duda un impacto positivo en el desarrollo de la actual pandemia.