El Granada CF no tardó ni dos horas en oponerse frontalmente al intento de buena parte de los clubes europeos de crear esa llamada Súperliga, la que ya se han venido a llamar por algunos "Floren League". Y la casa rojiblanca lo ha hecho aduciendo que de haber existido antes este engendro, el club no hubiera participado nunca en competición europea. ¡Craso error! La aparición de súpercompeticiones, donde participen los mejores clubes del mundo, será algo que con amenazas, como las que ya han proferido los organismos oficiales, pueda ser parada por ahora, pero al final verá la luz. ¿Por qué? Porque desde hace ya muchos años, y en eso ha impartido numerosos masters Tebas y su Liga de Fútbol Profesional, la gran y casi única ley que impera en el fútbol de élite es el dinero. Y si jugando entre sí los grandes clubes hay más dinero por derechos de televisión a repartir, al final así será. Y lo tendrá que organizar la UEFA, la FIFA o el Vaticano, pero será. Porque el vil metal manda en el mundo y eso no hay quien lo pare. Tardarán un año, dos, cinco o diez, pero al final llegará. Y si no, ya lo verán. Otra cosa es que haya que regular quiénes deben estar en esa gran competición en virtud de los méritos contraídos en sus respectivas ligas nacionales, porque es difícil explicar que unos pocos sean siempre los que disfruten del privilegio perenne de jugar con los mejores, éste asunto tendrán que darle una vuelta y reformarlo. Porque el fútbol no es la NBA, el balompié nacido en Europa proviene de la cultura del mérito y el esfuerzo. Pero dicho esto, el dinero ha invadido y modelado durante muchas décadas un deporte que paga a sus mejores hombres con decenas y cientos de millones de euros y para mantener este estatus tiene que llegar un dinero que sólo lo aportan los operadores audiovisuales, que a la vez pagan los aficionados globalizados en un mundo que prefiere ver al Manchester jugar contra el Real Madrid que contra otros equipos menores.
Porque efectivamente, el mundo es desagradable e insolidario. Por eso aquí comemos a diario y en África y Asia muere niños y por hambre y enfermedades. La desigualdad de esta vida injusta llegó hace mucho tiempo al fútbol y Florentino, que es su gran embajador, sólo está aplicando esta norma a un mundo que conoce bien.
Veremos a ver qué ocurre y esperemos acontecimientos.