El Granada CF ha completado, sin lugar a dudas, la mejor temporada de toda su historia. La participación en Europa lo deja bien a las claras, con un papel cumplido más que digno. El paso por la Liga ha sido, en general, bueno, aunque no se hayan alcanzado las cotas de la pasada campaña, con un final lastrado por las bajas y el enorme cansancio acumulado tras la disputa de, la friolera, cincuenta y ocho partidos. Y en Copa del Rey, tampoco se alcanzaron las semifinales, pero la eliminatoria de cuartos ante el FC.Barcelona fue uno de los partidos más apasionantes que haya podido ver nunca un aficionado rojiblanco. El balance, pues, ha sido fantástico, magnífico e inolvidable.
Qué duda cabe que el máximo responsable de estos éxitos ha sido su entrenador, Diego Martínez. El ha sido quien ha convertido en jugadores de nivel aquellos que hasta llegar al club sólo habían conocido la segunda división. Diego ha sabido llevar un vestuario, que como cualquier otro, es capaz de subirte al cielo o tirar por tierra cualquier aspiración. El gallego además ha entendido este club a la perfección y ha sacado un partido sobresaliente a una inversión bastante escasa. Pero la idiosincrasia de un club carente de un presidente visible juega en contra de la decisión del técnico. El Granada CF es una institución especial, que carece de reacciones inmediatas ante situaciones complicadas que requieren medidas solventes. El entrenador pide un buen proyecto deportivo para continuar, que sea, al menos, como el de esta pasada campaña, para lo cual tendrá se necesita una inversión importante por parte de la propiedad, algo altamente complicado en una situación general para el fútbol mundial de recesión. En este panorama, la decisión del míster es altamente incierta. El gallego tiene ofertas que sabe que le pueden llegar y su continuidad en Granada se encuentra más complicada de lo que parece.
Esperemos que todo esto se resuelva, porque si importante es la continuidad del técnico, no lo es menos la capacidad de solución en los despachos, para este y otros muchos asuntos pendientes.
