El Granada CF, tras el adiós definitivo de Diego Martínez, ha abierto el casting para la elección del próximo entrenador. El listón queda alto, muy alto. Diego ha obrado un gran milagro en la ciudad convirtiendo el agua en vino. El gallego ha logrado hacer jugadores de primera división, y buenos, a futbolistas que no pasaron de tener experiencia en segunda. Diego Martínez ha logrado hacer titulares a aquellos que no dejaron de ser simples suplentes en los equipos de donde vinieron. Diego ha logrado hacer equipo europeo una plantilla con presupuesto para mantener la categoría pelada y mondada. Por eso el nivel que deja es muy alto. Superarlo va a ser complicado, para Pacheta, José Luis Mendilíbar o cualquier otro entrenador que llegue, sobre todo si lo hace tras bajar de categoría. Tal vez esto último sea lo de menos, porque lo que todos esperan, que es lo que hizo a Diego decir adiós, es que la inversión sea para algo más que para rezar todos los días a que se obre un nuevo milagro.
La propiedad china del Granada CF, en manos ahora de gente que desconoce por completo lo que es el mundo del fútbol, primero tendrá que decir el nombre del técnico y luego tendrá que aclarar si lo que quieren es ganar dinero de manera impía, o por el contrario invertir para obtener dividendos de forma moderada y pausada a cambio de elaborar un proyecto deportivo mejor. Una y otra cosa son imposibles a la vez, tetas y sopas no caben en la boca.
Ojalá acierten con el técnico, porque la marcha del mejor de los que ha tenido el club en sus noventa años de historia tiene un porqué, aunque por cobardía de unos y otros, aún no se haya dicho.