Níjar, la tierra blanca, emerge de las faldas de Sierra Alhamilla a medio camino entre el Desierto de Tabernas y la costa mediterránea. Habitada desde la Prehistoria, la Villa de Níjar, alcanzó su máximo esplendor en la época musulmana. Ibn al-Jatib ya mencionó las maravillas de esta tierra en tiempos de Al-Andalus cuya impronta ha quedado imperecedera en sus estrechas callejuelas, sus blanquísimas fachadas y casas con planta en cubo. Sus calles son un colorista laberinto, pintado de blanco y flores, coronado por una peculiar iglesia de estilo mudéjar: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, presente en el pueblo desde el siglo XVI y decorada con un interesante artesonado mudéjar. Una recomendación que debes tener en cuenta desde ya, y que detallamos en esta entrevista de Daniel Villalba.