Quizá las que primero vengan a la cabeza sean las cucarachas y las medusas. Empezaremos por el mar y los famosos celentéreos que nos visitan a menudo, más de lo que parece, por cierto, aunque sólo alarmen por estas fechas, cuando las playas empiezan a recibir visitantes. Este año tiene pinta de que las veremos. El agua está más caliente de lo normal por “El Niño”, un patrón climático natural de la zona del Pacífico oriental, que se une a que la temperatura ambiente también está por encima de los niveles habituales. Y luego si además hay más levante que poniente, y determinadas corrientes en el mar de Alborán, pues denlo por hecho. ¿Qué medusas? Las conocidas de otros años, que se notan más en verano, pero que también aparecen en invierno, y no son muy dañinas para la salud según ha explicado la bióloga marina de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo, Lucrecia Souviron.
Sí son peligrosas las famosas carabelas portuguesas, que en realidad no son medusas como tales, sino colonias de pólipos. Son venenosas pero aunque han causado en alguna ocasión incluso la muerte, no es lo habitual. Pero del hospital, no se libra uno en caso de picadura. Se han visto algunos ejemplares cerca de las costas malagueñas otros años, sin que sea éste su hábitat.
¿Qué se puede hacer para evitar la presencia de las medusas en nuestras playas? Pues casi nada en realidad. Intentar controlarlas antes de que se acerquen a la orilla, según ha explicado el delegado de Playas del Ayuntamiento de Marbella, Diego López.
Y ya que estamos en el mar, antes de secarnos vamos a convivir con las algas asiáticas, que le están intentado quitar protagonismo a las medusas. Aparecieron por primera vez en la zona de Ceuta en 2015. Son originarias del mar de China y los expertos piensan que han llegado hasta aquí arrastradas por los barcos mercantes. No son un problema para los humanos, pero sí para las especies autóctonas de la costa malagueña.
Ya está asentada y no se puede eliminar. Los fondos rocosos de nuestras playas están ya inundados. Queda esperar a que el resto de especies endémicas se acostumbre a ellas, con el peligro de que se queden por el camino, no lo consiga y desaparezca. A las que siguen viniendo en oleadas como este invierno, el Ayuntamiento les intenta hacer frente con máquinas que trabajan por la noche. Desde enero, han recogido más de 150 toneladas.
Nos queda la tierra y el aire. Las cucarachas son tan habituales como las medusas. Si no más incluso. Resisten. Este mismo mayo ha vuelto a ponerse en marcha una campaña en Marbella para intentar controlarlas. Antes no sirven de nada porque las lluvias eliminan el producto que se aplica. Más recientes en el tiempo están las avispas invasoras; la oriental, la bicolor y la mamut. Ésta última ha aparecido hace apenas dos años. ¿Y la temida asiática? De momento no se la ha visto por estos lares, pero tampoco estaba hasta hace nada el mosquito tigre, ha advertido el técnico de la Delegación Municipal de Sanidad, José Manuel Moyano.
Apunten también los cerdos asilvestrados y mirando más al cielo, otras también conocidas: las cotorras argentinas, una plaga con la que hay un problema derivado de la nueva Ley de Bienestar Animal, porque no se sabe muy bien cómo actuar en casos como el de estas aves, según ha explicado el delegado municipal de Sanidad, Lisandro Vieytes.
Preocupan también, y como novedad, las gaviotas, por los nidos que han empezado a construir en las fachadas de muchos edificios. Serían las últimas especies incorporadas al epígrafe Plagas de Marbella, un fenómeno que no se puede evitar, entre otras cosas porque forman parte de la cadena trófica. Pero sí se pueden y deben controlar.