No hemos hecho diferenciación porque, como ahora aclararán los expertos, no hay distinción entre una piscina de una urbanización -aunque haya incluso viviendas de uso turístico regladas en ella- y una piscina de una vivienda unifamiliar, de un chalé, para entendernos. Pero el coste de mantenimiento sí varía, claro, dependiendo de si es una u otra, según explica el dueño de Jardines y Piscinas Borrego, Antonio Borrego. En cualquiera de los casos, es un gasto importante, a pesar de que no se suelen vaciar y llenar cada año. Y no usarla puede o no repercutir en las cuotas de cada vecino, según convenga cada comunidad de propietarios, como señala el administrador de fincas de Adenjo Gestión, José Manuel Ortiz.
Se podría decir incluso lo de que no hay mal que por bien no venga porque esta situación que ahora cambiará, la de no haber podido usar el agua para mantener las piscinas privadas, ha sacado a la luz muchas deficiencias en urbanizaciones que en condiciones normales no se hubieran notado o no con tanta claridad. Son esas pérdidas de agua por filtraciones, que o bien no se percibían, o no se les daba mucha importancia. No es que sea una instalación muy compleja, pero una piscina es más de lo que se ve a simple vista. Requiere de un mecanismo, que también puede variar, en función de los componentes.
De no haberse podido usar, además de las pérdidas económicas estimadas, habría otro daño, casi más importante: el social.
Para bien de esos vecinos, residentes y turistas, y salvo que el comité de sequía no acepte la propuesta de la Junta, el problema está resuelto.