El principal objetivo del tanatopractor es poder proporcionar cierto alivio a los familiares del difunto en un momento de máximo dolor dando el mejor aspecto posible al cadáver. Las técnicas de la tanatopraxia buscan que ese aspecto sea lo más natural posible, explica el embalsamador forense y gerente del Instituto Español Funerario, José Luis Mulero.
El trabajo del tanatropactor va desde la conservación transitoria para mejorar el aspecto del finado y reconfortar a la familia hasta el embalsamamiento, que supone una conservación más completa que está regulada por ley. Rara vez es la voluntad en vida del difunto o el deseo de la familia embalsamar el cadáver. En la gran mayoría de las ocasiones se realiza por imposición legal cuando hay que trasladar el cuerpo a otra comunidad autónoma o, incluso, otro país.
Mulero confirma el creciente interés por las profesiones del sector funerario. En el caso de la tanatopraxia, el 80% de los alumnos tienen entre 18 y 35 años, con un marcado perfil femenino, ya que el 90% son mujeres. El modelo formativo es semipresencial. Incluye clases presenciales y prácticas en tanatorios, combinadas con un formación virtual para favorecer la conciliación de personas que compaginen su formación con otras actividades o tengan obligaciones familiares.