Tras cuatro días de búsqueda por agua, tierra y aire, el hallazgo del cuerpo de Alkarim, el niño de 13 años que desapareció en el Ebro mientras se bañaba, pone fin al trabajo de los efectivos de rastreo, mientras hace aún más necesario el del equipo de psicólogos que estos días no se ha separado de la familia.
Desde que se tuvo noticia de su desaparición, el centro de servicios sociales de El Gancho y un equipo de psicólogos han estado dando apoyo a los padres y hermanos del pequeño, cuyo cuerpo ha aparecido en el entorno del camino de la Alfranca, a unos seis kilómetros de la zona del cauce en la que desapareció.
Ese apoyo es más necesario una vez que se ha desvanecido toda esperanza, por remota que fuera. Según la coordinadora de intervención en catástrofes del Colegio de Psicólogos, Mamen Maluenda, la vida de esta familia se ha roto en mil pedazos de la noche a la mañana. Por eso, es esencial la labor de los psicólogos que les acompañan para ayudarles a canalizar esas emociones.