El origen de estos cambios de ánimo con la llega del frío, el viento o la lluvia, tiene una explicación. Nuestro cerebro produce menos serotonina, algo que influye en nuestro estado de ánimo. La mejoría experimentada a través de la exposición a la luz solar puede estar mediada por el incremento de lo niveles de serotonina. Se trata de uno de los componentes químicos esenciales del cerebro, cuyos cambios de nivel ejercen una notable influencia sobre la función cerebral y la percepción del medio externo. Asimismo, la ausencia de luz contribuye al incremento de elaboración de melatonina, una sustancia implicada en la producción de sueño, lo que explicaría una mayor somnolencia y cansancio durante las estaciones de otoño e invierno. Las consultas psicológicas lo notan. A partir del otoño se registra un incremento de atenciones por depresiones, que en muchos casos desaparecen como "por arte de magia" cuando vuelve el buen tiempo.
Isabel Menéndez Benavente recomienda cuidar nuestra alimentación, hacer deporte o no desatender nuestras relaciones sociales como medidas para evitar ese estado de "aletargamiento" que en algunas personas puede afectar muy negativamente a su ánimo. También recomienda vigilar nuestros niveles de vitamina D, que juegan un papel importante en nuestro estado anímico.