Cuando una competición es tan compleja como la Segunda A, es lógico vivir carruseles de emociones. El Real Oviedo, como buen equipo ‘bipolar’, está acostumbrado a ello y esta semana llega el turno de volver a soñar.
Motivos hay. Faltan 11 jornadas y la diferencia es de 5 puntos con el sexto y de 6 con el quinto. Es decir, los azules están a dos partidos de dos rivales. El Girona le tiene ganado el golaveraje particular, pero ese factor es favorable con la Ponferradina. Hay margen, siempre que el equipo sea capaz de alcanzar el nivel exhibido en la segunda parte frente al Valladolid, al margen de jugar con un jugador más.
Sabiendo que la igualdad preside la categoría, el equipo parece haber superado el tramo más complejo del campeonato. Ya ha completado los duelos con los seis primeros clasificados y todo apunta a varios partidos frente a equipos que no se estarán jugando nada cuando se enfrenten a los oviedistas.
Otro motivo a sumar en las ilusiones azules es que el equipo llega con muchos efectivos en un buen estado de forma. La pareja de centrales mantiene la buena línea de todo el año. El centro del campo crece con un Brugman en buena forma. Borja bastón es uno de los mejores artilleros de la categoría. A eso se suma la irrupción de jugadores como Jony Montiel o Hugo Rama, que aún pueden ayudar mucho al equipo.
Por sui faltase algo, los canteranos siguen empujando. Frente al Valladolid cuatro fueron titulares –Lucas, Viti, Javi Mier y Borja Sánchez- y además protagonistas. Su empuje futbolístico y anímico también puede ser determinante en este tramo de la competición.
La grada ha vuelto a creer en el equipo y a comulgar con él. Hay discrepancias sobre la figura de José Ángel Ziganda, muchas generadas desde el interior del club, pero todos parecen a firmar una tregua para aliarse en busca de un objetivo nunca antes alcanzado. En Lugo habrá más de 2.000 oviedistas y puede ser la ocasión definitiva para dar ese salto que presente de verdad la candidatura a luchar por el ascenso.