Los aguiluchos cenizos están a punto de desaparecer de los cielos estivales del Campo de Montiel. Estas aves rapaces están estrechamente vinculadas con el hombre y la agricultura, cada año llegan desde África para anidar en los cultivos de cereales y criar a sus polluelos. A cambio se alimentan de langostas, topos, ratones y aves que pueden afectar a las siembras.
La Fundación FIRE, por segundo año consecutivo, ha monitoreado las poblaciones de esta especie que anidan en la comarca, constatando que de 11 colonias con crías a principios de este siglo solo quedan dos activas, una en Castellar de Santiago y otra que se ha hallado en Alhambra.
El aguilucho cenizo ha desaparecido prácticamente del resto de lugares de la zona donde tenía presencia y está al límite de su extinción local. José Guzmán, ornitólogo de la FIRE para este proyecto.
Guzmán señala que el objetivo de la FIRE es dar a conocer la crítica situación de estas rapaces en este hábitat, además de las campañas de conservación y rescate. En colaboración con los agricultores locales se están tomando medidas como el retraso de la siega o el trazado de parcelas de exclusión donde el aguilucho cenizo cría hasta la edad de vuelo de los polluelos.
En 2021 consiguieron que volasen 16 pollos, este año se ha intervenido en siete nidos y han conseguido que vuelen entre 8 y 10 pollos. De estos, algunos se han perdido después debido al intenso calor. El ornitólogo explica que sin la intervención realizada se habrían perdido más, porque en esta ocasión al cada vez más frecuente adelanto de la cosecha se han sumado condiciones meteorológicas y medioambientales adversas para la cría de la especie. La tormenta perfecta.
Esta campaña se ha llevado a cabo con fondos propios de la FIRE y, aunque el ornitólogo reconoce que vendría bien contar con ayuda económica, cree que también es fundamental que las administraciones se impliquen y exista una mayor concienciación para que el aguilucho cenizo siga formando parte de la biodiversidad de la comarca de Campo de Montiel.