Agentes de la Policía Nacional han desarticulado una organización criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres en situación irregular, liberando a seis víctimas, ha informado la Jefatura Superior de la Policía en Madrid en una nota de prensa.
Sus integrantes contaban con tareas definidas como captadores a través de Internet, conductores que las trasladaban a otros lugares para ejercer la prostitución o controladores de las víctimas.
Estas vivían hacinadas en literas un sótano, en condiciones higiénicas lamentables, sin luz exterior, con humedades y calor. Y eran obligadas a trabajar las 24 horas del día de manera ininterrumpida todos los días de la semana y a consumir sustancias estupefacientes durante los servicios sexuales.
En el chalet de Leganés y en el piso de Móstoles donde se desarrollaba esta actividad igualmente se vendía cocaína, tutsi y medicamentos empleados como potenciadores sexuales. Se ha llevado a cabo la liberación de seis víctimas, la detención de los diez miembros de la organización y el registro de estos inmuebles.
La investigación arrancó gracias a una denuncia anónima
La investigación se inició en el mes de marzo cuando, gracias a un testimonio recibido en la dirección de correo trata@policia.es, presumiblemente un cliente, la Policía localizó a una mujer que encontrándose en situación irregular en nuestro país era obligada a ejercer la prostitución en un chalet de Leganés junto a otras once mujeres que se publicitaban con anuncios en páginas especializadas en prostitución.
La labor de encargadas del lugar la llevaban a cabo dos mujeres de la organización que recibían los pagos por los servicios sexuales por adelantado y que traficaban con sustancias estupefacientes.
Un modus operandi muy calculado y con vigilancia
Este inmueble contaba con un sistema de videovigilancia que controlaba los accesos y los movimientos de las mujeres explotadas en el interior.
Los agentes constataron que los clientes antes de llegar hacían una llamada de teléfono para ser monitorizados por las cámaras de seguridad y posteriormente una mujer abría la puerta y salía a su encuentro.
Además, las mujeres no tenían llaves del domicilio, solo podían abandonarlo acompañadas cuando las trasladaban a realizar un servicio a otro lugar. Convivían en una situación infrahumana, hacinadas en habitaciones del sótano sin ninguna ventilación.
También existía un 'sistema de multas' para coaccionar a aquellas que no hacían lo que se les pedía. Los agentes también localizaron otro inmueble en Móstoles donde trabajaban seis mujeres y era regentado por una pareja que contaba con otra mujer que hacía las funciones de encargada.
El pasado 13 de junio se produjo la detención de 22 personas, diez pertenecientes a la cúpula de la organización, como presuntas autoras de los delitos de prostitución, contra la salud pública, abusos sexuales y la ley de Extranjería. Durante la entrada y registro de la Policía en uno de las viviendas, la madame, muy afectada por las drogas, quiso tirarse por una ventana, algo que evitó un agente.
Se incautaron 6.000 euros y varios cuadernos con anotaciones donde se agendaban tanto los servicios como los pagos, algunos realizados por Bizum, y el dinero en metálico recepcionado. El cabecilla del grupo criminal tenía a su nombre varios coches y empresas para dar salida al dinero metálico.
Encontraron también un documento donde se aleccionaba a las víctimas en caso de ser localizadas por la Policía y diversas sustancias estupefacientes como hachís, cocaína o tutsi, ha informado a Europa Press un responsable de investigación del Grupo VI de la UCRIF de la Policía Nacional en Madrid responsable de la operación.
Ganancias de hasta 3.000 euros al día
Los agentes han podido constatar que este negocio estaba liderada por una pareja formada por un portugués y una paraguaya. Por debajo tenían tanto en el chalé como en la vivienda a una madamme o controladora de las chicas en el día a día, ayudados por unos conductores contratados que las llevaban y las traían a los domicios de los puteros.
Calculan que la banda criminal ganaba más de 3.000 euros al día. Y muy poco de ese dinero iba a para las mujeres prostituidas, gran parte de ellas paraguayas. Habían llegado a España muchas de ellas captadas por redes sociales y conscientes de a qué se iban a dedicar pero no de las malas condiciones en las que iban a trabajar ni que fueran obligadas a tomar drogas.
Los agentes realizaron una veintena de entrevistas con estas chicas para informarles de la legislación española y de que no están solas en este proceso. Tres de ellas acabaron denunciando. Por eso, recuerdan que existe el correo trata@policia.es para denunciar anónimamente este tipo de delitos.
La Policía Nacional ha detectado que la prostitución está pasando de locales y hoteles a chalés y pisos particulares, donde los funcionarios necesitan de una autorización judicial para poder entrar. Además, cada vez hay más relación entre drogas y sexo, que complementan y hacen más lucrativo estos negocios ilegales, pese al riesgo para la salud de las chicas prostituidas.