Estos días nos volvemos locas y locos con infinidad de actividades por el día de la mujer, el 8 de marzo, y si buscamos por qué celebramos este día nos encontramos con un encuentro de la internacional Socialista de Mujeres, en 1910, que tuvo lugar en Copenhague, en el que se propuso fijar un día simbólico próximo a estas fechas para reivindicar los derechos de todas las mujeres. Nos encontramos también con la resolución de la ONU, mucho tiempo después, en 1975, declarando oficialmente el 8 de marzo como el día en el que se reivindica a todas las mujeres y la igualdad completa de derechos, Pero no encontraremos tan fácilmente un dato que tiene mucho que ver con la figura que rescatamos en este espacio hoy.
Y es que, en España, el acceso a la mujer en la universidad en igualdad de condiciones que el hombre no se produjo, precisamente, hasta un 8 de marzo, el de 1910.
Aquel año hubo en España, en total, 20 matriculadas en todas las universidades, lo que suponía el 0.17% del alumnado y 13 de ellas estudiaban medicina. Lo mismo que estudió quien nació un año antes, nuestra protagonista...
En La Vila Joiosa hay una calle, apenas transitada durante seis días a la semana, pero que se llena de bullicio cada jueves con miles de personas pululando junto a ella en el mercadillo, que lleva su nombre: Doctora Damiana Zaragoza.
No importa a cuántas personas preguntes, casi ninguna sabe decir quién era esa mujer que da nombre a la vía. Salvo una persona, Luis Villalba, quien rescató piezas de su vida en la publicación Villeros Ilustres.
Y si, la podemos considerar vilera, de donde era toda su familia, aunque ella nació en Sevilla por motivos del trabajo de su padre, capitán mercante, con quien después se trasladarían a Barcelona.
Era una niña algo enfermiza que, con 12 años de edad, tuvo que demorar sus estudios de Bachillerato un año entero para poder recuperarse de los ataques de asma.
Su hermano, mayor que ella, también fallecería siendo ella niña, pese a estudiar Medicina y querer ser doctor.
Queriendo posiblemente seguir los pasos de su hermano, o quien sabe, quizás por alguna promesa que le pudiera hacer, el caso es que Damiana, al terminar Bachillerato, se matriculó en la misma carrera que su hermano, Medicina, en la Universidad de Barcelona. Era una estudiante brillante que acabó los estudios en cinco años, con apenas 24, tras lo cual se especializó en Ginecología y Análisis Clínicos.
En todo caso, por deseo de madre, también estudió Magisterio, aunque no ejercería como tal.
En 1934 se convirtió en la primera médico que abrió una consulta médica en Alicante, en el barrio de San Blas, y lo hizo junto a su novio, Alfonso Vivancos, a quien conoció mientras estudiaban Medicina.
De soltera siempre tuvo que atender a los pacientes en presencia de su prima, pues la ley no permitía que una médico, en sus condiciones, pasara consultas a solas con los pacientes. Además, tampoco estaba bien visto pasar tanto tiempo con un colega del género masculino.
Al final se casó con su novio, y al poco, tuvieron que trasladar su consulta a la casa que tenían en Luceros, al dar inicio la Guerra Civil. Desde allí ayudaron como pudieron, en especial al terrible y sangriento ataque, en 1938, al mercado de Alicante. Tras aquello, a él le movilizaron al Frente Republicano de Valencia y ella se trasladó a nuestra comarca, pero no se quedó en La Vila, sino en Sella, con sus padres, alejados de todo hasta terminar la guerra.
Tras ésta cerraron la consulta de San Blas, definitivamente, y ella se retiró temporalmente de la profesión, al convertirse en madre de tres hijos. Diego, Miguel y Juana. Más tarde volvería a la profesión y se presentó a oposiciones de la Asistencia Pública Domiciliaria, donde trabajaría, aunque con un puesto temporal, por los barrios de la zona norte de Alicante. Viuda a la edad de 55 años, cuidó de los pacientes de los barrios más desfavorecidos de Alicante.
Años después sería trasladada a Albatera, localidad que le rindió un homenaje antes de abandonarla tras obtener una plaza definitiva en Elda.
Los años antes de jubilarse ejerció de médico en el Ayuntamiento de Alicante.
En 1989 el Colegio de Médicos de Alicante le dedicó un emotivo homenaje como la colegiada más antigua de la provincia, como quedaría reflejado muchos años después en un reportaje en su memoria y la de su marido de la revista Alicante Médico, en 2020
Murió el 26 de agosto de 1990 a los 82 años de un ataque al corazón