CIENCIA

¿Se puede considerar ser vivo al Coronavirus?

Debido al interés concitado por el impacto mundial del Covid-19, la discusión científica sobre si los virus pueden considerarse seres vivos sigue vigente.

Marcial Escudero, Universidad de Sevilla

Madrid | 27.01.2023 10:19

Imagen del Coronavirus
Imagen del Coronavirus | Pexels / CDC

La cuestión de si los virus son seres vivos ha cobrado enorme interés tras el impacto mundial de la covid-19. Una perspectiva evolutiva puede dar la respuesta.

En los libros de texto los virus son seres inertes. No cumplen los criterios que definen a un ser vivo. El coronavirus, entre ellos, no es un organismo celular, con metabolismo, crecimiento y desarrollo, homeostasis, respuesta a estímulos y al medio. Solo cumple dos características básicas en la definición: evoluciona y se reproduce, aunque, al no tener ribosomas propios, necesita la maquinaria del hospedador celular, por ejemplo un ser humano, para reproducirse.

Con estas indicaciones, los virus, especialmente el coronavirus, ¿no son seres vivos?

A pesar de lo que digan los libros de texto, no hay consenso científico a la hora de incluirlos en el árbol de la vida. Una publicación reciente de los investigadores Hugh Harris y Colin Hillen en Frontiers in Microbiology lo hace patente.

Son extremadamente simples

Desde la descripción del primer virus del tabaco por el científico Dmitri Ivanovsky en 1892, se han descrito más de 9 000 especies de virus en detalle, aunque se estima que hay millones de tipos en el ambiente. Y todos son extremadamente simples. Están formados por material genético (ARN o ADN), una cápsida proteica y, en algunos casos, también una cubierta de lípidos.

A diferencia de las células, los virus no poseen genes comunes a todos ellos, por lo que no es posible averiguar su árbol filogenético global, es decir, las relaciones familiares entre ellos y su ascendencia común, al menos basado exclusivamente en material genético.

Aunque no haya consenso en la comunidad científica sobre la naturaleza viva o inerte de los virus, sí lo hay en afirmar que son polifiléticos, es decir, tienen varios orígenes evolutivos, y esto supone un problema añadido para encontrar esa filogenia global, así como para darles un lugar en el árbol de la vida.

Micrografía electrónica de transmisión de partículas del virus SARS-CoV-2, aisladas de un paciente.NIAID, CC BY

¿Cuándo aparecieron en la Tierra? ¿De dónde vienen?

Los virus pudieron aparecer incluso antes que las células; pueden ser el resultado de la reducción o degeneración de células, que se simplificaron para adaptarse al parasitismo.

Si fuera así, serían posteriores al primer organismo celular y anteriores a LUCA, el antepasado común más reciente de los organismos celulares, es decir, el antepasado común más reciente de los tres dominios existentes a día de hoy: bacteria, arquea y eucariota.

También existe la hipótesis del escape o de la vagancia que postula el origen de los virus como consecuencia de la evolución de genes que rompieron su papel en el interior de las células para adoptar por su cuenta una existencia parasitaria.

Sea cual fuera su origen, está íntimamente ligado con la evolución de la vida en la Tierra, y en concreto con la evolución de la vida celular. Ninguna de las tres hipótesis por sí sola puede explicar por completo su aparición.

Una cuestión filosófica: ser o no ser

En realidad, la inclusión o no de los virus entre los organismos vivos es una cuestión, al menos parcialmente, filosófica, ya que depende de la definición de ser vivo que queramos considerar.

Para la NASA, la vida es un sistema químico autosuficiente capaz de evolución darwiniana. Esta definición, incluyendo la autosuficiencia, excluye a los virus, ya que no son capaces de replicarse por ellos mismos, necesitan la maquinaria del hospedador.

El biólogo evolutivo Richard Dawkins definió la vida como el resultado de la supervivencia no aleatoria de variables aleatorias replicadoras. Esta definición de Dawkins claramente incluiría a los virus entre los seres vivos.

Patrick Forterre, investigador del Instituto Pasteur de París (Francia), es un ferviente defensor de la naturaleza viva de los virus. Ha propuesto definir un organismo vivo como un conjunto de órganos integrados (moleculares o celulares) que producen individuos que evolucionan a través de la selección natural.

El punto de vista evolutivo les da la vida

Desde un punto de vista evolutivo y ecológico, los virus son seres vivos, o al menos los imitan muy bien.

Los virus, como vemos que ocurre con el coronavirus, están sujetos a evolución y a selección natural de manera extraordinariamente parecida a cualquier otro ser vivo. Los virus (huéspedes) y las células (hospedadores) coevolucionan como fruto de su relación antagonista.

Los diferentes virus se pueden agrupar en especies o tipos de virus (o al menos unidades evolutivas discretas) que están además sujetos a clasificación taxonómica y sistemática en categorías superiores (género, familia, etc.). Y todos ellos contienen material genético con el que podemos inferir filogenias o árboles de la vida. Al igual que el resto de los seres vivos, los virus almacenan su información genética en estos ácidos nucleicos y comparten un mismo (o muy similar) código genético.

Se reproducen, aunque no por sí mismos, como ocurre con otros organismos parásitos como las bacterias endoparásitas.

Un porcentaje del material genético humano es de origen vírico

Los virus han evolucionado y coevolucionado con la vida celular participando en eventos horizontales de transferencia de material genético regular con sus anfitriones celulares, probablemente desempeñando un papel fundamental en la evolución celular.

Sin ir muy lejos, se estima que un porcentaje muy significativo del material genético humano es de origen vírico.

Si el origen (u orígenes) de los virus es inseparable de la evolución de la vida celular, ¿cómo podemos entonces excluirlos del árbol de la vida?

Todo esto lleva a concluir que el coronavirus está, al menos desde un punto de vista evolutivo, tan vivo como usted y como yo.

Marcial Escudero, Profesor Titular del Departamento de Biología Vegetal y Ecología, Universidad de Sevilla

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation