La restauración del castillo de Matrera de Villamartín (Cádiz), un conjunto calificado como Bien de Interés Cultural (BIC) y cuyo origen se ubica en el siglo IX, ha suscitado una polémica que ha llegado a llamar la atención de medios internacionales como The Guardian o Times.
"Estoy sorprendido, no es la primera intervención de este tipo, no sé por qué tanto bombo con esta", ha explicado el arquitecto Carlos Quevedo Rojas, responsable del polémico proyecto, un trabajo que ha contado con el visto bueno de la Consejería de Cultura puesto que este castillo, del que queda poco más que una torre medieval, fue declarado BIC por la Junta de Andalucía en 1985.
La polémica ha sido impulsada tras la publicación en la web de la asociación "Hispania Nostra", una entidad de carácter no lucrativo dedicada a defender el Patrimonio Cultural y Natural español, de un artículo en el que se califica de "desastre" y "verdaderamente lamentable" el trabajo y se asegura que ha recibido comentarios de extranjeros "que no comprenden como en España se cometen todavía estos disparates".
El vicepresidente de esta asociación, Carlos Morenés, abogado de profesión, ha explicado que han querido dar "una difusión ejemplarizante" para evitar que vuelvan a repetirse "excesos" como, en su opinión, es este. "Se ha llevado al extremo la legislación sobre restauración que obliga a distinguir las partes nuevas de las originales y se ha dañado el entorno con una cosa blanca, enorme" que "ha desvirtuado el aspecto histórico y paisajístico" del enclave, ubicado en el cerro Pajarete, en una finca privada cuyo dueño ha costeado la obra.
Esta asociación incluyó en el 2014 en su "Lista Roja" al Castillo de Matrera para llamar la atención sobre su estado ruinoso. Fue un año después de que, tras un periodo de intensas lluvias, se cayera la bóveda y un muro de esta construcción militar abandonada hace más de cinco siglos. El episodio se produjo justo cuando se estudiaba un proyecto para consolidar la torre medieval y evitar que sucediera lo que finalmente pasó. Al caerse la bóveda, de la fortaleza sólo quedaron dos muros, el oeste y el sur, sobre los que ahora se ha realizado la intervención porque existía riesgo de vuelco.
En los trabajados se han consolidado los muros y se ha recuperado la volumetría que había perdido la torre, dotada también de "un valor paisajístico", según explica el arquitecto. Para ello los muros originales se han levantado con una reconstrucción que trata de dar idea de su volumen original, realizada con restos de los materiales originales, revestidos con mortero de cal blanco.
Este material, habitual es las restauraciones, se eligió para distinguir la parte nueva de la original, como marca la ley. Pero además "es un revestimiento similar al original que recubría la torre. Ese acabado, que es lo que más impacta, es el mismo material que cubría los muros que ahora estar descarnados, da idea de la textura y tonalidad que tenía en su origen", insiste el arquitecto, que acoge "las críticas constructivas y el debate enriquecedor, que tampoco es nuevo" sobre este trabajo porque "es normal, hay una imagen anterior y otra posterior" a una obra que se ha realizado "por el bien del inmueble".
El arqueólogo municipal, José María Gutiérrez, defiende también que la intervención cumple con los requisitos de la restauración contemporánea y se muestra sorprendido por la repercusión que ha tenido esta polémica: "The Guardian se ha hecho eco de esto y acaba de llamarme un periodista de Times", contaba. "Cuando se cayó la bóveda no conseguimos ni doscientas firmas para pedir una rehabilitación", explica el arqueólogo de un Ayuntamiento que ha sido "un mero espectador" de la intervención ya que no tiene competencias en la materia y que no entiende la polémica cuando "ha habido restauraciones, y en castillo muy cercanos, con los mismos criterios" que no han suscitado quejas.
El servicio de patrimonio de la Junta de Andalucía asegura que no ha recibido ninguna crítica sobre esta intervención, aunque en este pueblo de la sierra de Cádiz el debate se ha alimentado, especialmente con la llegada de alguna cámara de televisión para tratar el asunto. "Siempre hemos visto el castillo de otra manera, cuesta acostumbrarse", dice una vecina del pueblo que no sabe cómo posicionarse en este debate que ha excedido ya los límites de esta localidad de poco más de 12.000 habitantes