La mezzosoprano Teresa Berganza ha fallecido a los 89 años, según ha confirmado su familia. Nacida en Madrid en 1933, paseó por la Scala de Milán, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York una voz castiza traída de su niñez en la calle de San Isidro y de sus juegos infantiles por barrios cercanos al Teatro Real. Una voz y una técnica que paseó por escenarios de todo el mundo y que la elevaron al podio de los mejores cantantes operísticos del siglo XX.
El homenaje de La Cultureta a Teresa Berganza
"Era una mujer completamente incorrecta con muchísima personalidad, una de esas figuras que forman parte de una generación increíble e inconcebible en España a la vez", ha sido la definición que Rubén Amón ha dado durante La Cultureta tras comunicar la noticia de su fallecimiento. Él y Rosa Belmonte han hecho una radiografía a toda su carrera y a los papeles más emblemáticos que interpretó "La Berganza".
"Cuando hablamos de ella -una de las mezzosoprano de época-, lo hacemos con toda la expresión de la palabra", prosigue Amón, que añade que la Carmen, de Bizet fue uno de los papeles que "le dio la vida", no sólo por su cualificación vocal, sino porque le sirvió como "emancipación de ella misma ante la sociedad, el mundo y su forma de vivir, que hasta ese momento había sido sumisa. Ella siempre hablaba de este personaje como un redentor, con una connotación revolucionaria y de emancipadora que le transformó la vida".
Por su parte, Rosa Belmonte recuerda las peculiares características de la mezzosoprano, que la hacían única: "Cuando tenía más de 80 años, ella iba en el autobús camino de El Escorial -donde vivía- e iba con unas zapatillas de deporte que no me pondría ni yo, Y no sólo eso, cómo se peinaba, los tintes que usaba, la personalidad. Era una persona entusiasta de cantar", añade.
Uno de los aspectos que más se le puede reprochar eran "las cancelaciones que frecuentaba. Lo hacía porque era muy perfeccionista y no se daban las condiciones de cantar como ella pensaba. Eso fue una forma de afirmar su personalidad respecto a que sólo cantaba desde la perfección, pero un límite para los espectadores que tenían su entrada y se encontraban con la frustración de no poder escucharla".
Premio Príncipe de Asturias en 1991
Genio y figura, a los 80 años presumía de ser tan apasionada como de joven, y de llamar a las cosas por su nombre, "al pan, pan y al vino, vino". "Soy -sentenciaba- la mala, la oveja negra de la lírica", por "decir lo que siento", espetaba.
Junto a Plácido Domingo y a otros gigantes de la ópera (Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles, José Carreras, Pilar Lorengar y Alfredo Kraus) fue galardonada en 1991 con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Tajante con los jóvenes cantantes: "Les falta técnica"
No obstante, opinaba que "todos los aspirantes a unas elecciones deberían pasar un examen de música" y defendía que cualquier niño a partir de los 5 años debía aprender a tocar algún instrumento o a cantar. Y si esto era lo que pedía para cualquier alumno, Berganza, que antes de elegir el canto estudió piano, armonía, música de cámara, composición, órgano y violonchelo, era tajante con quienes se dedicaban a la música de forma profesional.
No ponía paños calientes cuando lamentaba la "falta de técnica" de los jóvenes cantantes en España, debida, según decía, a "las prisas de nuestra época", incompatibles con la ópera y con la formación "larga y completa" que requiere la lírica. "Van muy deprisa, hay muchos jóvenes que no están preparados para cantar óperas enteras en ruso, francés y alemán", lamentaba.