Por primera vez desde 2019 la ruta del Mediterráneo no es la más letal del mundo, pese a registrar el año pasado 2.452 fallecidos, si no las rutas asiáticas con 2.778 migrantes que perdieron la vida, sobre todo entre el flujo de afganos que huyen al vecino Irán. También en el punto de mira África (con la ruta canaria entre las más peligrosas), las del Caribe y el Paso del Darién entre Colombia y Panamá.
“En el Paso del Darién me apuntaron con un arma de alto calibre”
“No hacemos esto por gusto, lo hacemos por necesidad”, “me apuntaron con un arma de alto calibre”, recuerda emocionada Eva María cuando cruzó el Paso del Darién. “Quieres llorar de tanto cruzar el río, yo lo hice hasta 300 veces y dormía con los pies mojados”, lamenta Camilo (otro migrante varado entre Colombia y Panamá).
“Es una tragedia inaceptable y prevenible”, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que habla de 8.938 fallecidos o desaparecidos en 2024, un 2,1% más que en 2023 y la cifra más alta desde que se tienen registros (desde 2024).
El informe de la OIM, que confirma la quinta subida anual consecutiva de muertos en este tipo de circunstancias, recuerda que “detrás de cada número hay un ser humano” y que “cada pérdida es devastadora”.
El subdirector general para Operaciones de la OIM, Ugochi Daniels, ha hecho este viernes un llamamiento para que lograr una “respuesta coordinada” a nivel global y contener esta tendencia al alza de la mortalidad de las rutas migratorias. Daniels insiste en que la única solución a esta lacra pasa por fomentar las rutas migratorias legales y seguras.
