Madrid |
La familia lo consideraba un pequeño icono sin valor y de hecho, no tienen recuerdo de cómo llegó a sus manos. Al hacer una mudanza, y por consejo de un conocido, decidieron llevarlo a un experto en arte, que tras analizarlo, certificó que era auténtico.
Es una obra de pequeño tamaño, 26 por 20 centímetros, pintada sobre madera de álamo y que formaba parte de una serie de paneles en los que el artista pre renacentista ilustró escenas de la pasión de Cristo. Hasta el descubrimiento de El Cristo Burlado se conocían dos de esas escenas, una flagelación conservada en una colección privada de Nueva York y una imagen de la Virgen que está en la National Gallery de Londres. Los expertos creen que las tres forman parte de un díptico que consta de ocho paneles pequeños.
En un principio la obra fue valorada entre 4 y 6 millones de dólares pero finalmente, en la subasta, se alcanzó la cifra de 26 millones de dólares. Vamos, que la familia no ha vuelto a ser la misma