Las autoridades francesas prosiguen la búsqueda de los responsables de los atentados del pasado viernes en París, en particular del hombre cuya fotografía fue difundida por la policía para solicitar la ayuda ciudadana. Se trata de Salah Abdeslam, identificado como el francés residente en Bélgica que alquiló el vehículo en el que los terroristas se trasladaron a la sala de fiestas Bataclan, escenario más sangriento de los atentados que provocaron al menos 129 muertes.
Aunque fue controlado en la frontera con Bélgica el pasado sábado junto a otros dos individuos, los aduaneros belgas les dejaron marchar y, desde entonces, se encuentran en paradero desconocido. En su búsqueda se centran los principales esfuerzos de los investigadores, que según el ministro de Defensa, Bernard Cazeneuve, consideran que el atentado fue comandado desde Siria y encargado a una célula yihadista belga. En paralelo, el presidente francés, François Hollande, trata de mantener la imagen de firmeza y unidad contra el terrorismo.
Tras haber recibido el domingo a los principales líderes políticos del país, Hollande pronunciará un discurso ante las dos cámaras legislativas reunidas en el Congreso de Versalles. Será la primera vez desde que en 2012 llegó al Elíseo que se preste a este ejercicio introducido en la Constitución francesa por su antecesor, Nicolas Sarkozy, en el mandato anterior, puesto que antes el Presidente no tenía derecho a interferir en las labores del Legislativo.
Fue precisamente Sarkozy, reconvertido ahora en jefe de la oposición, quien mostró el domingo las principales grietas en la unidad política contra el terrorismo. Lo hizo al pedir un cambio radical en la política de seguridad del Gobierno y en el enfoque exterior, en particular en lo que se refiere al conflicto de Siria, donde el expresidente pide una mayor coordinación con Rusia, sustento del régimen de Bachar al Asad, obstáculo principal de París frente a la transición.
En Siria centró precisamente Francia su "guerra" contra el terrorismo y lo hizo con una oleada de bombardeos de mayor amplitud que las anteriores y que destruyeron importantes instalaciones del Estado Islámico en Raqqa, considerado el feudo de los yihadistas en ese país. Unos bombardeos que diversos expertos consideran como respuesta a los atentados y que proseguirán en los próximos días.