El Parlamento de Francia ha consumado este miércoles la moción de censura contra el primer ministro, Michel Barnier, marcando el fin de un gobierno que duró apenas tres meses. Un total de 331 diputados votaron a favor de la moción presentada por la alianza izquierdista NFP, siendo necesaria una mayoría de 288 para derrocar al gobierno.
La moción, presentada por el Nuevo Frente Popular (NFP) y respaldada por la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen ha evidenciado las profundas diferencias en la Asamblea Nacional, donde ningún partido cuenta con una mayoría suficiente para gobernar con estabilidad.
La votación, que cerró a las 8:20 p.m. hora local, reflejó el descontento con el gobierno de Barnier, principalmente debido a la falta de consenso sobre los presupuestos presentados. Desde el inicio del debate, la izquierda y la extrema derecha se unieron en su crítica al primer ministro, acusándolo de ignorar a la oposición en las negociaciones y de proponer un presupuesto que perjudica a la clase trabajadora y media.
Discursos finales antes de la votación
Michel Barnier concluyó su intervención previa al voto con un discurso solemne, reconociendo errores, pero defendiendo las decisiones tomadas: "Hemos alcanzado un momento de verdad y responsabilidad. Sé que el proyecto de presupuesto no era perfecto, pero ningún gobierno puede ignorar la realidad financiera de Francia. Servir a los franceses ha sido un honor que he asumido con dignidad."
Sin embargo, estas palabras no lograron calmar los ánimos de los diputados opositores. Eric Coquerel, del NFP, calificó el gobierno de Barnier como un “insulto” a los votantes, mientras Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, ha denunciado el supuesto “sectarismo” y “dogmatismo” del Ejecutivo, señalando que el presupuesto reflejaba un “castigo a la clase media”.
La caída de Barnier genera un nuevo periodo de incertidumbre en Francia. El presidente Emmanuel Macron deberá ahora designar un nuevo primer ministro o convocar elecciones anticipadas, en un contexto donde las fuerzas políticas siguen profundamente fragmentadas.
El líder de la oposición en la Asamblea, Jean-Luc Mélenchon, ha advertido que esta es una oportunidad para “refundar la política francesa”, mientras que Le Pen ha celebrado la caída del gobierno como “el fin de una era tecnocrática”.
Francia entra ahora en un terreno desconocido, con una Asamblea que se perfila cada vez más ingobernable.
