La Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha ha detectado un posible brote de triquinosis en la provincia de Ciudad Real que, de momento, afecta a 12 personas del mismo núcleo familiar. Está relacionado con la ingesta de carne de un jabalí que había sido cazado para autoconsumo.
La triquinosis o triquinelosis es una enfermedad parasitaria de origen zoonótico que afecta a mamíferos silvestres y domésticos, incluidos los seres humanos, aves y reptiles. La origina una infección con gusanos nematodos parásitos del género Trichinella. En España, está considerada como una patología de declaración obligatoria, lo que implica que debe ser comunicada de forma inmediata a las autoridades competentes.
La legislación de la Unión Europea establece normas especiales para el control de la triquinelosis, incluido el requisito de realizar pruebas sistemáticas para detectar Trichinella en todos los cerdos, jabalíes y caballos sacrificados, excepto en los cerdos procedentes de explotaciones o compartimentos oficialmente reconocidos por aplicar condiciones de alojamiento controladas.
Entre 10 y 11 millones de personas infectadas en el mundo
En la mayoría de las ocasiones, la triquinosis es causada por Trichinella spiralis, aunque, en función de la localización geográfica, otras especies como Trichinella pseudospiralis,Trichinella nativa, Trichinella nelsoni y Trichinella britovi también pueden dar origen a la enfermedad.
De las ocho especies confirmadas de Trichinella que infectan humanos, los principales parásitos presentes en España son Trichinella spiralis y Trichinella britovi, pero ocasionalmente también ha sido detectada la circulación de Trichinella pseudospiralis.
La triquinelosis causada por Trichinella spiralis es considerada una enfermedad parasitaria zoonótica emergente y reemergente en algunas partes del mundo, como en Argentina, Europa del Este y Asia. Las estimaciones de prevalencia global más recientes indican que entre 10 y 11 millones de humanos pueden estar infectados actualmente de triquinosis, por el consumo de fuentes animales tanto salvajes como domésticas. Cada año, se registran unos 10 000 casos de la enfermedad en el mundo.
Los humanos adquieren la dolencia al ingerir carne cruda o poco cocida infectada con larvas, habitualmente carne de cerdo doméstico o jabalí, aunque otros mamíferos como gatos, perros, osos, caballos, lobos, ratas, zorros, etc. también pueden ser huéspedes de Trichinella. Como consecuencia de ello, esta enfermedad no solo supone un peligro para la salud pública, sino también un problema económico en la producción porcina y la seguridad alimentaria.
La transmisión del parásito puede ocurrir por ciclos domésticos o selváticos. Los primeros se producen cuando el ganado es alimentado con restos de carne infectada, consume cadáveres infectados o es criado en lugares con animales infectados, como ratas y mustélidos. Esta ruta es poco común en los países de la Unión Europea, debido a que en general existen buenas prácticas de manejo y actuaciones rutinarias de vigilancia.
En el ciclo selvático, el habitual en España y el resto de los países del entorno, las infecciones se transmiten entre los huéspedes por el consumo de tejidos musculares infectados. Debido a esta razón, deben realizarse los análisis pertinentes antes de consumir carne de caza, con especial énfasis en la de jabalí.
Larvas enquistadas
Los síntomas de la enfermedad dependen de la etapa infectiva. Al principio, durante la denominada fase enteral (intestinal), las manifestaciones son diarrea transitoria leve y náuseas (debido a la invasión intestinal de las larvas), vómitos, dolor abdominal superior, febrícula y malestar general. Estos síntomas comienzan uno o dos días después de la ingestión de carne infectada.
Posteriormente, transcurridas de dos a seis semanas después de la ingestión, los síntomas intestinales desaparecen y aparecen los de la etapa parenteral (músculo esquelético). Las hembras maduras liberan larvas vivas durante cuatro a seis semanas y luego mueren o son expulsadas del cuerpo. Esas larvas recién nacidas migran a través de torrente sanguíneo y los vasos linfáticos, pero solo sobreviven dentro de las células musculares esqueléticas estriadas, donde se enquistan cuando transcurren de uno a dos meses y permanecen viables durante varios años como parásitos intracelulares. Las larvas muertas se reabsorben o se calcifican.
Tras las manifestaciones iniciales, aparecen síntomas adicionales, como edema periorbitario o facial, mialgia difusa, cansancio persistente, dolor en los músculos respiratorios, problemas en el habla, la masticación y la deglución y un estado similar a la parálisis. La gravedad de la enfermedad depende del número de larvas ingeridas. En infecciones graves, puede provocar complicaciones cardiacas, pulmonares y neurológicas. El ciclo solo continúa si otro carnívoro ingiere las larvas enquistadas.
La importancia de la prevención
Una vez confirmado el diagnóstico, la terapia debe comenzar lo antes posible, ya que si es administrada dentro de los primeros tres días de la infección, previene la invasión muscular y la progresión de la enfermedad.
El principal tratamiento farmacológico para la triquinosis son los antihelmínticos albendazol y mebendazol, que eliminan a los gusanos adultos. Por desgracia, una vez que las larvas se enquistan en el músculo esquelético, el tratamiento puede no ser capaz de erradicarlas.
La prevención es la medida más importante para evitar la infección. Muchos países exigen que los cerdos y los caballos vendidos como animales destinados al consumo humano sean sometidos a pruebas de detección de infección por Trichinella.
La inspección precisa de todos los cerdos y caballos sacrificados es obligatoria en la Unión Europea. De hecho, el consumo de carne que no haya sido sometida a una inspección regulada en un matadero autorizado o a los análisis veterinarios pertinentes tras una matanza supone una práctica de riesgo.
No se debe consumir carne de caza, en especial de jabalí, que no haya sido analizada previamente, y los embutidos elaborados con carne sospechosa tienen que ser destruidos. Es pertinente evitar que los cerdos domésticos coman carne cruda, sobras o cadáveres de cualquier animal.
Otras medidas importantes son lavarse las manos con agua y jabón después de manipular carne cruda y limpiar estrictamente los utensilios empleados para prepararla. Además, debemos tener en cuenta que la salazón, el ahumado, el empleo del microondas y la desecación no son eficaces para eliminar el parásito. La congelación tampoco está recomendada para la carne de animales salvajes, ya que puede contener especies del parásito resistentes a las bajas temperaturas.
Y por último, recuerde que el correcto cocinado de la carne es esencial, porque su cocción a temperaturas uniformes superiores a los 71 ºC mata a las larvas de Trichinella.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.