Aunque el volcán de Cumbre Vieja (La Palma, Canarias) entró en erupción el pasado domingo 19 de septiembre, los científicos del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) ya sabían días antes lo que estaba por venir. De hecho, desde el año 2017 los investigadores venían observando "anomalías importantes en algunos parámetros y empezaron a aparecer enjambres sísmicos que dejaban señales inequívocas" de una inusual actividad terrestre en el archipiélago canario.
Así lo asegura en el programa De cero al infinito David Calvo, portavoz del INVOLCAN. Este experto apunta que no fue hasta principios de septiembre cuando los científicos tuvieron claro que la erupción era inevitable. Así lo comunicaron al Comité del PEVOLCA, el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias, que tras activarse puso en marcha los sistemas de alerta y prevención a la población y empezó a movilizar a los servicios de emergencia de la isla.
Actualmente cerca de 800 profesionales forman parte del dispositivo de protección civil que trabajan noche y día para garantizar la seguridad de los vecinos de La Palma, de los que más de 6.000 han tenido que ser evacuados de sus hogares ante el inexorable avance de la cola de lava.
Los volcanes, como la mayoría de los riesgos naturales, no se pueden evitar pero sus efectos sí pueden reducirse si se actúa con prontitud y se cuenta con los planes adecuados. Dentro de estos planes deben incluirse los grupos de expertos y comités científicos que aportan su conocimiento y experiencia basados en la evidencia contrastada. En el caso de los especialistas del INVOLCAN, su trabajo consiste en estudiar todos los parámetros posibles para poder entender la dinámica de la erupción e intentar prever las consecuencias de la erupción. Algo que sin duda ha posibilitado que los servicios de emergencia hayan podido actuar con el tiempo suficiente para evitar, hasta el momento, la pérdida de vidas pese a los estragos que está causando el volcán.
Concretamente y además del trabajo puramente científico, desde el INVOLCAN facilitan datos sobre las emisiones de gases y ceniza así como del avance de la lava para que los servicios de emergencia puedan tomar las decisiones más eficaces. "Es complicado al tratarse de un fenómeno natural más ligado al interior que al exterior de la tierra", pero es innegable que el trabajo de los investigadores también salva vidas.