La protonterapia es un paso decisivo hacia la medicina de precisión aplicada a la oncología radioterápica. Su rasgo principal es la exactitud y la personalización que ofrece, consiguiendo dar la dosis justa de irradiación y limitarla exclusivamente a la zona tumoral.
Este avance consigue evitar la irradiación de los tejidos sanos próximos a la zona tumoral y, por tanto, reducir los efectos secundarios de los tratamientos convencionales, tanto los agudos como las secuelas a largo plazo.
En palabras del Dr. Raúl Matute, Oncólogo Radioterápico Especializado en Pacientes Pediátricos de Quirónsalud, “la gran diferencia entre la protonterapia y la radioterapia convencional con fotones es el aumento, muy significativo, de la precisión de los tratamientos”.
El 50 por ciento de los pacientes que se someten a este tratamiento son niños en los que, por sus características particulares (tejidos en proceso de maduración y más susceptibles a alteraciones por irradiaciones no deseadas), se necesita evitar especialmente los efectos negativos en zonas sanas, así como posibles deterioros intelectuales o la generación de segundas neoplasias (tumores) radioinducidos.
El otro gran grupo se centra en el tratamiento en adultos. Aunque en estos casos las indicaciones son más restrictivas que en los casos pediátricos, también existen aplicaciones consolidadas como los tumores en la base del cráneo, los tumores para espinales y algo que hasta ahora no se contemplaba en la radioterapia: las reirradiaciones. Estas consisten en un segundo tratamiento por recidiva del tumor previamente tratado, o porque se ha generado otro tumor en la misma zona que ya se había irradiado previamente.
La terapia con protones sigue en vías de desarrollo y, se espera, cada vez tenga más indicaciones. Por tanto, las líneas de investigación siguen continuamente abiertas a la innovación tecnológica de esta nueva herramienta, muy prometedora, en el arsenal terapéutico de la lucha contra el cáncer.
