El Camino de los Jesuitas
El Camino de los Jesuitas enhebra en su ruta las misiones de los jesuitas de toda ese área central del subcontinente, y yo creo que lo mejor es que abre la puerta a un viaje por la línea de países que cosen el norte y el sur de Sudamérica y que suelen quedar al margen de las primeras opciones para viajar a esa zona del mundo, normalmente nos planteamos conocer primero Brasil, Colombia, Argentina, Perú y Chile, y suelen quedar para otros viajes la línea oblicua que forman Uruguay, Paraguay y Bolivia, y las zonas próximas de Brasil, Argentina, Perú y Chile que no son las que visitamos en esos primeros viajes.
Por eso creo que es una oferta maravillosa la de poder encontrar organizado un recorrido por todos estos lugares, que muchos de ellos son Patrimonio de la Humanidad, y sobre todo porque responden a una historia excepcional, como es la de la presencia de los misioneros jesuitas en lugares remotos de la selva centroamericana.
La aventura de la orden de la Compañía de Jesús en Sudamérica llevó la fe cristiana con tolerancia, respeto y convivencia a las comunidades guaraníes, a las que aportó también los conocimientos técnicos y el arte, entre ellos la música barroca y los instrumentos de cuerda y de viento, como el oboe de Gabriel que suena en la película. Construyeron misiones con madera, piedra y ladrillo en la selva, y organizaron la vida comunal con altos niveles de solidaridad e igualdad, además de proteger a los guaraníes de los traficantes de esclavos portugueses.
Por todo ello sufrieron la incomprensión y la persecución de la iglesia católica y de la Corona, que terminó expulsando a los jesuitas en 1767, en tiempo del ilustrado Carlos III, seis años antes de que el papa suprimiera la compañía. Tras la expulsión, el abandono se apoderó de los edificios, que fueron perdiendo las techumbres y sólo quedaron en pie los muros laterales de los edificios, aunque otros se mantuvieron y otros han sido restaurados, y ahora están incluidos en un Patrimonio de la Humanidad conjunto, reconocido con ese nombre, Camino de los Jesuitas, que incluye 42 sitios, naturales, culturales, materiales e inmateriales, en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, de los que 19 son restos de obras jesuitas.
Un viaje por las misiones
A la hora de planificar el viaje, hay tres grandes grupos. Por una parte, están los siete pueblos misioneros de Brasil, que guardan memoria en forma de ruinas de las antiguas misiones, lo mismo que sucede con las misiones de Paraguay, o con las de Uruguay, que iniciaron la cría de ganado a gran escala. Por otra parte, está Argentina, que posee una enorme cantidad de patrimonio jesuita, porque la ciudad de Córdoba fue importantísima para ellos, en la ciudad se conserva la llamada Manzana Jesuítica y las estancias jesuitas y misiones guaraníes.
Realmente todo el norte de Argentina tiene memoria de su presencia en las provincias de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, pero también en Salta y Jujuy, que son un tesoro, y en Córdoba… Si a esto unimos que las misiones argentinas del este están cerca de la maravilla natural de las cataratas de Iguazú, y las del oeste tienen a su alcance los descomunales paisajes de Salta y Jujuy, que son de lo más espectacular de Sudamérica, pues sólo por ver la huella jesuita en Argentina y sus maravillas naturales el viaje valdría la pena. Lo de Bolivia es muy interesante, porque tienen unas misiones en un estado de conservación formidable, quizá sea donde se mantiene más vivo el legado dejado, hace ya dos siglos y medio, por los jesuitas.
En la región de los chiquitos, la Chiquitanía, se conservan misiones que han sido restauradas y realmente te transportan a la vida cotidiana y la cultura del siglo XVIII, porque han tenido la suerte y el acierto de que un arquitecto suizo, Hans Roth, restaurase varias de las iglesias en los años setenta, y así se encontraron también multitud de partituras de música barroca y se recuperaron oficios y tradiciones musicales antiguas, de manera que ahora se han transformado las comunidades y hay oportunidades maravillosas de viajar por la zona, visitando las iglesias y escuchando en ellas conciertos de música barroca en directo con orquestas locales.
Es algo único, una de las maravillas que se pueden hacen en este Camino de los Jesuitas.