La semana pasada, el científico y profesor Carlos Lopez Otín nos explicaba en qué consistía el reloj biológico. Hoy nos habla de su importancia y las enfermedades relacionadas con este. Algunos factores que pueden influir son defectos genéticos o fallos físicos (golpes en la cabeza, infecciones o enfermedades autoinmunes), que afectan a las neuronas. Todo esto comienza provocando cambios en los patrones del sueño, pero desemboca en problemas inmunológicos o digestivos y finalmente, acorta la longevidad.
¿Cuál es la clave para evitar esto? Dormir bien. Según el profesor, "dormir es sinónimo de vivir", ya que nos entrena para estar bien despiertos. Por ello, cada persona debe acudir a su mejor 'horólogo', es decir, experto en sueño, que casualmente, somos nosotros. Nos conocemos más que nadie, con nuestras costumbres y hábitos, así que debemos ser nosotros quien regulemos nuestras horas de sueño. Una de las características que nos diferencia de los hombres de las cavernas es la seguridad de irnos a dormir sabiendo que no nos enfrentamos a posibles amenazas externas (animales, guerras...) y esto permite que podamos desconectar a la hora de descansar. Muchos animales, como el delfín, duermen con medio cerebro activado por miedo a los depredadores. Nosotros no tenemos que hacerlo, debemos enseñar al cerebro a estar tranquilo para descansar el tiempo necesario.
Una de las innovaciones que existen en relación a los problemas con el reloj biológico son las llamadas "cajas de luz", que es una fototerapia que irradia luz y nos permite poco a poco, poner en hora el reloj. Sin embargo, los avances también han traído nuevos problemas, ya que la mayor longevidad supone que el reloj se vaya estropeando, o también los vuelos transoceánicos, que generan el famoso 'jet lag' al cambiar de franja horaria.
¿Cómo garantizo que mi reloj funcione correctamente?
- Intentar tener los mismos patrones de sueño diariamente, es decir, acostarse y levantarse a la misma hora.
- Alejarse de los dispositivos electrónicos un rato antes de irse a dormir.
- Vigilar la alimentación: hay que evitar las cenas copiosas y cuidar a las bacterias de la microbiota (las que el organismo necesita).
- Consumir infusiones de manzanilla o valeriana antes de irse a dormir, ya que son relajantes y promotoras del sueño.
- Consumir, si un especialista lo recomienda, suplementos de melatonina: esta es la hormona del sueño o la oscuridad. El cuerpo la libera entre las 8 y las 10 de la noche para provocar el sueño, pero a veces no es suficiente.
- Evitar los productos tóxicos como el tabaco y el estrés.