Todo el mundo, en mayor o menor medida, ha experimentado alguna vez ansiedad. Es necesaria porque La biología nos ha equipado con ella por alguna razón. El problema es cuando todo eso se desmadra y cuando uno no es capaz de controlarlo, y cuando se presenta en los momentos en los que no tiene que presentarse. Fíjense que se calcula que el 25% de las consultas de atención primaria de los adolescentes, en el fondo ellos acuden allí porque no saben exactamente lo que les ocurre. Y es una crisis de ansiedad o una repetidas crisis de ansiedad. Recientemente, el 10 de enero, La Razón publicó los resultados de un estudio que era muy inquietante, en el cual las familias que consumen algún ansiolítico se disparan un 25%. Los expertos creen que los años de pandemia y el declive económicos han hecho mella en la en la salud mental. Una de cada cuatro familias españolas, alguno de sus miembros o alguien de su entorno, ha consumido por primera vez ansiolíticos en 2022. Son casi siete puntos más que en 2021.
"Podríamos definirla como un conjunto de respuestas fisiológicas. Y hay un tema muy importante y es que nosotros mismos nos auto alteramos, es decir, cuando cuando percibimos un estímulo que puede ser externo e interno, que puede ser real o imaginario, pero al que consideramos potencialmente amenazante. Es decir, nosotros sin querer nos provocamos ansiedad incluso por un simple pensamiento interno, incluso ante algo que para nada existe", analiza la psicóloga María Jesús Álava Reyes.
La ansiedad que la persona puede sentir es por causas múltiples, por temas económicos, por sentimientos de soledad, por problemas con los hijos. Cada persona tiene un punto claro por el que puede sentir ansiedad, ansiedad, digamos que no esté justificada. Luego hay una ansiedad que es absolutamente necesaria para la supervivencia de la especie. El problema es cuando nuestro sistema nervioso autónomo se confunde, nuestra mente se confunde entre lo que es una situación real de peligro y una que no lo es, y reacciona exactamente igual que ante una percepción de riesgo.
Desde la psicología, las técnicas que nos resultan más eficaces para el control de ansiedad, pues son las técnicas de autocontrol a nivel fisiológico y cognitivo. "En España, efectivamente, el consumo de ansiolíticos se ha disparado, se ha disparado en los últimos años. Y lo que es peor, fíjate que a pesar de que los ansiolíticos no se dispensan sin receta médica, no sabes la cantidad de personas que los toman alegremente sin que se los había visto ningún facultativo", revela la experta que incide en la importancia de la psicología para reducir al máximo esta tendencia.
"Tenemos evidencia científica de proyectos como el SICAV. Este es un proyecto basado en un tratamiento tras diagnóstico para trastornos emocionales y se ha mostrado que tiene una eficacia muy alta, mucho más alta que el tratamiento farmacológico y sus efectos terapéuticos se mantienen a lo largo del tiempo, es decir, pasados tres, seis y 12 meses", subraya.
En un ensayo en Psicología de Atención temprana que se ha hecho con más de mil pacientes, fueron evaluados y tratados y se miró qué pasaba después de siete sesiones de tratamiento. Las personas ya mostraban mejorías que podían evitar el uso de psicofármacos. Es decir, se trata de aprender a manejar situaciones con técnicas de relajación, de reestructuración. De esta forma se puede reducir la ansiedad hasta tres o cuatro veces más que con psicofármacos, tres o cuatro veces más.