Le arrestaron después de una discusión con un hombre sobre su poesía que hizo que éste le acusara ante los agentes ultraconservadores de insultar al Islam y al estado saudita. Un tribunal le condenó entonces a muerte por insultos al profeta Mahoma, burlas sobre el Corán y difusión del ateísmo que supuestamente Ashraf recogía en una antología de poemas. También fue acusado de tener relaciones inapropiadas con miembros del sexo opuesto al descubrir imágenes suyas con mujeres en su teléfono móvil.
Primero le condenaron a 4 años de prisión y 800 latigazos pero posteriormente un juez lo sentenció a muerte por apostasía, lo que provocó una protesta internacional. Dos años después, un tribunal ha decidido anular esa condena y tendrá que cumplir 8 años de cárcel y de nuevo esos 800 latigazos, en tandas de 50, además de anunciar su arrepentimiento de forma pública.
Su defensa no se rinde y va a solicitar que sea declarado inocente de todas las acusaciones en su contra.