Y así es como Ayano comenzó a reemplazar a las personas por muñecos. Son como sus hijos, asegura, los cuida y los protege... en su casa tiene decenas por todos lados y también en muchos rincones del pueblo, o en el colegio, cerrado por la falta de alumnos. Los fabrica en un taller, con palos de madera forrados con papel de periódico... para el pelo utiliza lana, para la cara medias y botones.
Los viste con la ropa que corresponda según su trabajo o ubicación, muchas veces con las prendas originales de las personas que representan. Al principio trabajaba sola, pero ahora da clases y algunas personas la ayudan. Ayano está consiguiendo poner a Nagoro en el mapa. No es como cualquier otro pueblo montañosos de Japón: tiene 379 habitantes: 29 humanos y 350 muñecos.