OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Diada flácida"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la celebración de la Diada en Cataluña en un momento en el que el movimiento independentista se encuentra atomizado y ha naufragado el proyecto del procés.

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Carlos Alsina

Madrid | 11.09.2024 08:37

Ha salido viva. Incluso más viva de lo que entró. Kamala Harris ya puede decir algo que no pudo decir Biden: que se enfrentó a Donald Trump en un debate y aguantó el tipo. Trump tiene más tablas que ella en espectáculos como éste y en actuaciones televisivas. Pero le perdió el desdén. El indisimulable desdén con el que ha tratado a su rival, mujer y de izquierdas, en cada uno de los noventa minutos del cara a cara de esta madrugada.

Según Trump, con Harris en la Casa Blanca desaparecerá Israel y se irá por el desagüe la economía estadounidense. Según Harris, con Trump de regreso en la Casa Blanca avanzarán los dictadores y Putin se quedará con Ucrania.

Las primeras encuestas dicen que ganó Kamala

Las primeras encuestas dicen que ganó Kamala. CNN: 67%. (Espectadores, no público en general). Aunque las encuestas que importan no son las del debate, son las de la intención de voto de los estadounidenses cara a las urnas de noviembre.

Antes del debate estaban en tablas (tablas demoscópicas). Ella tomó la delantera en agosto, cuando fue proclamada candidata, pero en septiembre ha ido a menos y el New York Times, faro de la izquierda de la costa este, ha vuelto a poner a Trump por delante a un punto de Harris y con tendencia, para ella, a la baja. Si el debate de hoy decanta ya definitivamente los sondeos a favor de él o de ella está por ver. O si lo decanta el veredicto de Taylor Swift, que ha dado sobresaliente a su candidata por combinar el talento con la firmeza.

Lo de hoy es la Diada flácida

Es once de septiembre y es festivo en Cataluña. La Diada. Trescientos diez años después de la caída de Barcelona ante las tropas borbónicas, puede que estemos ante la jornada más desaborida de los últimos trescientos diez años. Lo de hoy es la Diada flácida.

Atomizado el movimiento nacional independentista, defraudados quienes entregaron su alma al dúo visionario que formaron Puigdemont y Junqueras, naufragado el procés, encanijadas las asociaciones independentistas, reducido Lluís Llach a una caricatura de Lluís Llach, re-fugado el nada honorable Puigdemont tras su gatillazo electoral, cuestionado el melifluo Junqueras por su desorientada grey, en estado de derribo Esquerra Republicana, en estado de letargo aquella multitud que hace doce años empujó a Convergencia Democrática a mutar en un comando de activistas dispuesto a dinamitar la relación de Cataluña con el resto de España, la relación de media Cataluña con la otra media y la reputación de las instituciones catalanas.

Aquellas manifestaciones arrolladoras, récord de asistencia tras récord de asistencia, sostenidas, fomentadas, financiadas por el gobierno independentista, hoy no pasan de ser fotos antiguas (ya casi en color sepia) con las que alimentan su añoranza quienes bebieron los vientos por el Junts pel sí y el primero de octubre.

Hoy el movimiento nacional independentista vive de la nostalgia y del postureo mientras cada uno hace la guerra por su cuenta

Hoy el movimiento nacional independentista, muy votado pero muy poco celebrado, vive de la nostalgia y del postureo mientras cada uno hace, ahí dentro, la guerra por su cuenta. Hoy, un socialista del ala menos nacionalista de su partido preside la Generalitat y tiene -once de septiembre- la primera oportunidad para empezar a devolver a los catalanes no independentistas aquello que durante doce años el independentismo les ha arrebatado: la celebración de la Diada no como exaltación secesionista sino como fiesta de todos los ciudadanos.

Illa tiene la obligación de recuperar para Cataluña de lo que se apropió el independentismo

El presidente Salvador Illa tiene la obligación -lo sabe- de recuperar para toda Cataluña aquello de lo que se apropió -otra apropiación indebida- el bloque independentista. Que, a diferencia de los otros partidos (el PSC, el PP, Ciudadanos), sí funcionó durante años como un bloque.

Puigdemont rentabiliza como puede sus siete diputados y hace saber que será él quien acabe con Pedro Sánchez

Hoy Puigdemont rentabiliza como puede sus siete diputados en las Cortes españolas y hace saber, a quien le quiera escuchar -y a quien le quiera creer- que será él quien acabe con Pedro Sánchez: la venganza por haberle amnistiado sólo un poquito. El amnistiado a medias, y expatriado por voluntad propia, sigue estando, sin embargo, en las oraciones de Santos Cerdán, el encargado de Sánchez. Mientras el Supremo reclama su detención y el gobierno se finge disgustado con los mossos de esquadra, resulta que Cerdán sigue en contacto-contacto con su prófugo favorito.

¿Qué fue de Francisco Galindo, el verificador salvadoreño? ¿Qué fue de Suiza y las citas clandestinas? Parece que Cerdán sigue teniendo a mano su neceser y su mochilita por si el jefe le encargara volver a hacerle la pelota al compadre rebotado.

Hoy encajará Sánchez una nueva derrota parlamentaria

Hoy encajará Sánchez una nueva derrota parlamentaria. En un asunto que tampoco es que le preocupe especialmente y que carece de efectos negativos para el gobierno (igual por eso le ha costado poco al PNV arrimarse en esto al PP): el Congreso instará al gobierno a que afirme el triunfo de la oposición venezolana en julio y trate a Edmundo González como presidente electo. Y el gobierno tomará nota y pasará olímpicamente de la demanda.

Ya me dirás qué le importa al gobierno una mayoría parlamentaria como ésta cuando su presidente ha proclamado, y no ha reculado, que va a seguir con su agenda con o sin el concurso del Poder Legislativo, ‘restrictivo’, lo llamó el sábado. ‘Suena poco democrático’, dijo con bastante poca contundencia, el portavoz del PNV.

Ya me dirás qué le importa al gobierno una mayoría parlamentaria cuando su presidente ha proclamado, y no ha reculado, que va a seguir con su agenda con o sin el concurso del Poder Legislativo

Y dile tú a Patxi López que defienda una declaración como la de su jefe -con o sin el Poder Legislativo- cuando él ejerce de portavoz del segundo grupo más numeroso del Poder Legislativo (oiga, un poco de autoestima).

Al gobierno le da igual contar o no con el respaldo de la mayoría de la sociedad

Sin Presupuestos y con los decretos decayendo al no ser convalidados, pero hay que gobernar. Lo que el gobierno está diciendo es que le da igual que sus planes cuenten con el respaldo de la mayoría de la sociedad o todo lo contrario. Sánchez se adjudicó hace tiempo la condición de profeta capaz de saber lo que a España le conviene aunque ni España lo sepa.

Edmundo González seguirá sin ser, a ojos del Estado español, presidente electo de Venezuela

Diga lo que diga el Parlamento, Edmundo González seguirá sin ser, a ojos del Estado español, el presidente electo de Venezuela. Los socialistas alegan, como si sólo ellos fueran capaces de verlo, que reconocer a Edmundo González como presidente de Venezuela no resuelve la situación envenenada de aquel país. Es cierto. Ocurre que no reconocerle tampoco la resuelve.

Es una forma de tomar partido por la transición a una democracia verdadera en Venezuela y un aliento a la oposición

Un paso como éste no puede medirse en función de si consigue, o no, que caiga Maduro. Más bien es una forma de tomar partido por la transición a una democracia verdadera en Venezuela y un aliento a la oposición que viene siendo perseguida por Maduro. Aunque Maduro no caiga.

Tampoco el reconocimiento del Estado Palestino iba a resolver la crisis de Oriente Próximo -no la ha resuelto- y no por ello dejó el gobierno de defender y aprobar su reconocimiento.

Monólogo de Alsina 11/09/2024