Menudo día. Otro. No en todo el país la situación es la misma, naturalmente. Hay ciudades donde ahora mismo tenemos hasta ¡7 grados de temperatura! Incluso ocho, en Málaga. En Las Palmas, quince, ¿qué le parece? La España interior, bajo cero: desde Burgos hasta Ciudad Real. De Jaca, ni hablamos: trece bajo cero a las ocho de la mañana.
No en todas partes es lo mismo porque no en todas partes cayó la madre de todas las nevadas entre el viernes y el sábado. Y porque no toda España es Madrid. Pero el lunes va a ser otro día muy raro para varios millones de familias españolas que hoy tienen a los niños en casa porque no hay colegios (Aragón, Madrid, Castilla La Mancha, casi toda Castilla y León, un montón de municipios de la Comunidad Valenciana) y que hoy tienen a los adultos en casa porque no hay manera de llegar hasta el lugar de trabajo. Si depende usted del coche particular, mejor se olvida que ya habrá visto lo que pasa cuando el se queda el coche cruzado por el hielo en medio de la vía pública.
El temporal, como nos recuerdan los meteorológos (no hace falta que lo hagan los ministros, pero tampoco estorba), no se ha ido aún del todo. La nieve ya queda atrás pero su rastro no y el frío y el hielo, tampoco. Quienes mejor lo saben son los que siguen dando el callo en primera línea, o sea, donde están las incidencias. La Unidad Militar de Emergencias, bendita la hora en que se la inventó el presidente Zapatero. Los bomberos, los conductores de las quitanieves, la guardia civil, los policías nacionales, las policías locales, los técnicos de alta de Red Eléctrica. A todos ellos, el reconocimiento de los asistidos. También a los conductores de ambulancias y a los particulares que disponen de cuatro por cuatro y han estado haciendo viajes todo el fin de semana para poder trasladar a quienes no tenían más remedio que trasladarse. Y a los médicos y enfermeras que han doblado turnos en hospitales y centros de salud. Todos ellos se siguen dejando los cuernos, mucho más allá de sus obligaciones profesionales.
Luego están los quejicas profesionales. Siempre a la búsqueda de alguien a quien cargarle el muerto de que una nevada nunca antes vista provoque consecuencias nunca antes vistas. Preferiblemente buscan un ministro, un presidente autonómico (o presidenta), un alcalde o un presidente de gobierno a quien poder acusar de no haber previsto el temporal, de no haber alertado suficientemente, de no haber movilizado a tiempo las quitanieves, de no haber cerrado a tiempo las carreteras, de no haber retirado la nieve en diez minutos, de no tener los servicios públicos a pleno funcionamiento en un pis pas y ya, en el colmo de los colmos, de atreverse a pedirle a la población que eche una mano quitando nieve de la puerta de su casa.
Éste es el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Aguado. Se atrevió a pedir a los vecinos que tengan pala que retiren la nieve antes de que se congele. Y le cayó la mundial al tal Aguado. Porque hay observadores de la vida ciudadana que, haciendo honor a su nombre, entienden que los vecinos están sólo para observar cómo trabajan las autoridades, ¡que para eso cobran! Estos observadores, muchos de ellos periodistas-analistas (residentes en Madrid), se escandalizan al escuchar a una autoridad política solicitando la colaboración de las comunidades de vecinos. O diciéndoles dónde pueden ir a recoger la sal para sus portales.
Por supuesto, si eres la autoridad municipal de un pueblo pequeño o de una urbanización de la sierra, no tendrás problema en hacer lo que se hace siempre que viene una nevada: informar a los vecinos de hasta dónde llegan los medios comunes (el pueblo que no tiene quitanieve recurre al que tiene retroexcavadora o un tractor), poner a su disposición sacos de sal y pedir que, el que pueda, vaya despejando su trozo de acera. Ah, pero si eres autoridad municipal de una gran ciudad no se te ocurra hacer lo mismo porque alguna autoridad de la prensa se te echará encima por dejación de funciones. ¡¿Qué es eso de que los del portal despejen su trozo de acera!? Que venga el señor alcalde a hacerlo él, que para eso pagamos impuestos.
Pues la verdad es que no. Ninguno pagamos impuestos (suficientes) para que una ciudad tenga medios y personal disponible para afrontar una nevada como ésta como si fuera un acontecimiento rutinario. No hay ni medios ni personal suficiente para tener la ciudad como una patena 24 horas después de que haya quedado enterrada por la nieve. Pagamos impuestos para que funcionen los servicios públicos en circunstancias normales y para poder salvar el primer golpe en las situaciones de emergencia. Y el primer golpe, para la que ha caído, se ha parado con bastante eficacia de los gobiernos autonómicos, los alcaldes y los ministerios.
Lo de menos en una situación como ésta es si al presidente del gobierno se le ha visto mucho o poco. De hecho, lo menos útil de cuanto se ha hecho este fin de semana es llevar a Sánchez en cuatro por cuatro desde la Moncloa al ministerio del Interior sólo para que se hiciera una foto coordinando. Si hay que evitar desplazamientos innecesarios, éste es uno de los que debió haberse evitado. No va a hacer nada el presidente en el centro de Madrid que no pueda hacer en su despacho.
Tampoco es imprescindible que los ministros dediquen el 50 % de sus comparecencias a exponer lo bien que lo están haciendo, lo previsores que fueron y lo movilizados que han estado desde el primer momento. Ni los ministros, ni los presidentes autonómicos, ni los alcaldes. Informen de lo que está sucediendo y ya se ocupará la opinión pública de juzgar si dieron todo lo que podían dar de sí y si lo hicieron a tiempo.