Menuda primavera. Con el cambio de estación llegan los cambios de pareja.
Murcia tendrá presidenta de Ciudadanos sostenida por el PSOE en lugar de presidente del PP sostenido por Ciudadanos. No permitan los murcianos que Madrid les arrebate su minuto de protagonismo político en esta jornada. Fue Murcia la que inició el efecto dominó que ha sumido en la confusión a los votantes madrileños. Por primera vez en dieciséis años no será el Partido Popular quien gobierne Murcia. Éste es el hecho. Arrimadas bendijo el divorcio que reclaman allí sus cuadros y se hermanó con el PSOE para coronar a Ana Martínez Vidal (seis diputados de cuarenta y cinco) y descabalgar a Fernando López Miras.
Dice el futuro ex presidente que él también podía haber disuelto la Asamblea regional, no vaya a quedar ahora como el tonto de la película por no haber hecho lo que Díaz Ayuso. Ahora voy a Madrid. Pero reconozcámosle a Murcia hoy su derecho a ser protagonista. Si a usted le parece que el gobierno de la nación es un matrimonio de conveniencia cuyos cónyuges no se soportan es porque no ha seguido la historia del gobierno murciano que ahora ha estallado. No es que no se soportaran, es que se han estado saboteando desde hace meses. Ni dos años ha aguantado el invento.
El Partido Popular (dieciséis escaños de cuarenta y cinco) encaja la pérdida de su antiguo bastión, el PSOE (diecisiete) se resigna a encumbrar al nuevo socio naranja para poder tocar poder (y gobernar el Ayuntamiento de la capital) y Podemos asiste a la nueva alianza entre socialistas y liberales sin tener vela en el entierro. Cabe pensar que en adelante Ciudadanos deja de ser para el PSOE la derecha y vuelve a ser una fuerza progresista. Otra cosa es que Ciudadanos, como partido nacional, sobreviva a la convulsión interna que este movimiento ha provocado. Porque hay signos ya bien perceptibles de que ese partido va a implosionar. El PP y el PSOE se preparan para acoger a los náufragos, unos de un lado, otros del otro. Pero debe de pensar Arrimadas que de perdidos al río.
Se apunta a la geometría variable regional y a ver por dónde sale el sol, si es que sale.
Elecciones en Madrid
Y ahora, hablemos de Madrid. La región donde reina (por ahora) Diaz Ayuso y donde el PSOE busca, a la carrera, candidato para unas elecciones inminentes. Porque en Moncloa dan por hecho que elecciones va a haber, pese al lío jurídico sobre si fue primero el decreto de convocatoria o las mociones de censura.
Elecciones el 4 de mayo, anticipadas, y elecciones el 28 de mayo de 2023, que es cuando tocan. A Sánchez le urge decidir a quién presenta (el candidato lo eligen los militantes en primarias y bla bla bla, lo escoge Sánchez) al cabo de dos años en los que la oposición socialista en Madrid la ha liderado Adriana Lastra. O Lastra y Simancas desde el grupo parlamentario del Congreso.
De todas las razones que podía haber alegado Ayuso para disolver el parlamento escogió la que peor le deja
La política madrileña, hoy, por fullerías.
Mire, de todas las razones que podía haber alegado Isabel Díaz Ayuso para disolver el parlamento regional escogió la que peor le deja.
La presidenta de Madrid disuelve su cámara regional y convoca elecciones por lo que ha pasado en Murcia. Agárrense porque vienen argumentos que desafían al más audaz de los pensadores. Madrid tiene que ir a las urnas ¡por Murcia! Extraño caso de efecto contagio. En realidad lo que está diciendo la presidenta es que ella convoca porque teme que lo de Murcia pase en Madrid. ¿El qué? Pues que su socio naranja le abandone y presente, con el PSOE, una moción de censura. Esto sí. Que no es murciano, sino estrictamente madrileño. Por tanto: Díaz Ayuso disuelve el Parlamento para no dejar de ser presidenta ella. No por nada que haya sucedido en Madrid, sino por lo que teme que le suceda a ella. O dicho de otro modo, Díaz Ayuso disuelve el parlamento al que debe ser presidenta porque sabe que ha perdido la confianza de ese mismo parlamento. El mismo. Por eso quiere otro. Resumiendo: la presidenta disuelve para evitar una moción de censura. ¿Puede hacerlo? Sí, como poder, puede. Pero es un buen día éste para preguntarse por qué la ley dice que si está tramitándose una moción de censura el presidente no puede disolver la cámara. Exacto: para evitar que utilice el comodín de la disolución como arma con la que abortar la moción de censura. Que es justo lo que Díaz Ayuso explicó ella misma ayer que ha hecho. Disuelve preventivamente para que no la censuren. Trapacería.
El debate jurídico sobre si prevalece la disolución o las mociones de censura que a la carrera formalizaron ayer el PSOE y Más Madrid lo resolverán, seguro, jueces muy doctos. A saber. Me parece más interesante fijarnos hoy en lo que han hecho los líderes políticos y cómo lo han justificado.
Veamos ahora lo del PSOE y Más Madrid improvisando unas mociones de censura que hasta ayer nunca consideraron oportunas y cuyo motivo es... ¡lo que ha pasado en Murcia! Nada nuevo había sucedido ayer por la mañana en Madrid que llevara a Errejón o a Gabilondo a dar el paso de intentar el descabalgamiento isabelino. Aguado, el de C’s, jura y perjura que él no estaba en ninguna conspiración con la izquierda para tumbar a su socia. Y si es eso es así, repetimos, lo único nuevo que pasó en Madrid ¡fue Murcia!
No me digan que no está interesante la crónica política panmurciana, porque todo se explica, o lo explican, con Murcia.
En realidad lo que ha intentado la izquierda madrileña es emplear la moción de censura como herramienta para abortar la convocatoria de elecciones. Trapacería.
Ayuso convoca para impedir la censura y el PSOE censura para impedir que convoque
Añadamos que la izquierda madrileña, que proclama cada día el hartazgo de la sociedad con los modos y la gestión de Díaz Ayuso no debe de estar tan segura de que el hartazgo sea tal cuando se resiste ahora panza arriba a las urnas. Naturalmente que es legítimo descabalgar un gobierno por la vía de la moción de censura, lo que el Parlamento da el Parlamento quita, pero es revelador el disgusto que le produce al PSOE y a Más Madrid (y a Ciudadanos) que esto acabe en una consulta a los votantes para que ellos digan a quién quieren más, si a Ayuso, a Aguado, a Errejón o a quien acabe presentando el PSOE.
Hay otra opción, que es plantear una moción de censura con el compromiso de poner las urnas de inmediato. Acuérdese que eso fue lo que hizo Sánchez en 2018, bien es verdad que luego incumplió el compromiso e hizo cuanto pudo por agotar la legislatura. Pero aquello tenía sentido: si estás seguro de que el pueblo está contigo y contra Ayuso, habla pueblo habla. Cuando trasmites con tanta nitidez la incomodidad que te producen que haya urnas das la impresión de que temes que la muy controvertida presidenta te gane las elecciones de largo. Otro recordatorio: en 2019 las elecciones en Madrid las ganó el PSOE. Hoy las encuestas dicen que no volvería a ganarlas.
Resumo: Ayuso convoca para impedir la censura y el PSOE censura para impedir que convoque. La política madrileña, por fullerías.
A todo esto, y no me olvido, en Castilla y León el PSOE también ha presentado moción de censura sin otro detonante conocido que... ¡lo que ha pasado en Murcia! Con el elemento añadido de que en Castilla y León no sale porque Ciudadanos prefiere seguir asociado con el PP de Fernández Mañueco. Es una moción murciana en Valladolid y condenada al fracaso. Trapacería.
Qué primavera trapacera más hermosa nos está quedando. Ay, Murcia, la que has liado.