Está bien eso de “ministros y consejeros amontonados”… Espero que no estén, además, amotinados. Mira: la foto es lo único garantizado. El bombardeo televisivo con la imagen, también. A partir de ahí, solo cabe un pronóstico: ya veremos.
La posición de partida no es muy sugestiva. Si la parte catalana solo pone sobre la mesa la amnistía y el referéndum de autodeterminación, se supone que los ministros no entrarán a ese trapo. Y si la parte del Gobierno va con una literaria “agenda del reencuentro” sin concretar de momento la oferta, tampoco caben muchas ilusiones.
Lo peor quizá sea el tono previo. Ese Aragonés que tanto elogio merece por mantener la cita aunque los radicales le llamen traidor a él, a su partido y a Junqueras, la estropea un poco cuando explota el éxito nonato y presume de ser el primer gobernante que sienta al Estado a hablar de autodeterminación.
Y en el fondo la pregunta que nadie quiere plantear claramente es una muy sencilla: si unos quieren la mesa para avanzar hacia la independencia y otros la quieren para resolver el conflicto desterrando la independencia –o eso se espera de un Gobierno de la nación--, ¿dónde está el punto medio? ¿Dónde está el punto de encuentro? ¿Realmente se puede esperar algún acuerdo?
Ante esas incógnitas, lo prudente es no hacer pronósticos y esperar. Y, desde luego, intentarlo. Intentarlo hasta la extenuación. Como dicen en los pueblos, el “no” ya lo tienen: el sector catalán y el sector estatal.