En una rama de un árbol durante unas maniobras militares se quedó frito Pablo. Cuenta que “les estaba enseñando a los soldados cómo moverse sigilosamente por la noche, me subí a la rama de un árbol y me quedé dormido”.
Isabel y su marido se quedaron dormidos en el teatro romano de Mérida. Isabel recuerda “nos quedamos dormidos nada más empezar la función y hasta que no terminó y encendieron las luces no nos despertamos”.
Un susto le dio su compañero a Santiago. Cansado de ver cómo se quedaba dormido en la parte trasera del helicóptero se le ocurrió hacer un simulacro como si se cayeran. Santiago confiesa que “desde ese día ya no me he vuelto a quedar dormido”.