Miguel Rodríguez nos escribió hace un año con una carta titulada: "Mi hija se quedó paralizada". En ella contaba que tanto él como su mujer estaban preocupados por las consecuencias psicológicas que el confinamiento podría tener en sus hijas. En especial en Adriana, de 8 años, que había tenido un ataque de ansiedad cuando le propusieron bajar a por el pan tras muchas semanas sin pisar la calle.
Su carta un año después
Querido Carlos,
Ha pasado casi un año desde que te escribí contando lo que sucedió con mi hija Adriana de 8 años durante la pandemia, cuando tras un par de meses encerrada en casa, le propuse salir a la calle a bajar la basura conmigo y como al llegar a las escaleras del portal, se quedó paralizada y le dio un ataque de ansiedad, negándose a salir y provocando una gran preocupación tanto en la madre como en mí, debido a que no sabíamos que repercusión podía tener en nuestras hijas, este largo confinamiento.
He de decirte, que todo aquello al final se superó y que Adriana ahora con 9 años es una niña totalmente feliz y se ha adaptado muy bien a convivir con el virus. He de reconocer, que todos los niños están dando una lección de cómo hay que cumplir las normas y han comprendido a la perfección lo importante de seguir las medidas de seguridad, que muchos adultos, no somos capaces de cumplir.
Poco a poco va recuperando rutinas. Este pasado sábado volvió a poder jugar un partido de baloncesto que tanto le gusta practicar, un año después del último que jugó en un torneo amistoso en Córdoba en Semana Blanca. Me hubiera gustado que pudieses ver la cara de alegría y la felicidad que desprendían todas las niñas durante el calentamiento del partido. Fue literalmente la fiesta de la alegría de poder estar todas juntas, sin mascarillas y haciendo lo que más les gusta.
En la parte negativa, he de decir que todavía llora cuando no puede quedarse a comer en casa de sus abuelos, ya que, por precaución desde que empezó esto, solo estamos con mi padre y mis suegros en lugares abiertos por miedo a poder contagiarles el maldito virus. Ellos son los que peor lo están llevando sin duda, con el miedo siempre presente y sin poder disfrutar de sus nietos como les gustaría. Se les está haciendo muy muy cuesta arriba. A ver si llegan pronto las vacunas. Tengo también amigos que han sido afectados por el virus y algunos les ha dejado secuelas físicas y sobre todo psicológicas, gente joven y con buena salud, que ha visto como todo esto ha puesto patas arriba sus vidas.
Y para finalizar te comento que mi hija Abril de 16 años, sigue en proceso de convertirse en hikikomori, esos jóvenes japoneses que se aíslan en sus habitaciones y dejan de tener contacto físico con el mundo exterior. Ahora no le queda otra que tener que salir a hacer deporte al aire libre una vez por semana como forma de deberes de educación física y a hacer picnics con sus amigas (también frikis). Aunque están deseando poder quedar de nuevo en casa todas juntas para hacer lo que más les gusta que es ver películas de miedo y de Harry Potter. Son unas jóvenes también muy muy responsables y al igual que la pequeña, llevan a rajatabla todas las medidas de protección e higiene.
P.D.: Mi mujer y sus amigas como sigan sin poder ir pronto a tomar una buena copa de vino o un Gin tonic a un bar, los disturbios de Barcelona van a ser un juego de niños comparado con lo que van a armar ellas. Son capaces de derrocar gobiernos por una copa de vino…
Un fuerte abrazo y muchas felicitaciones por el último premio recibido y por el trabajo que tú y el resto del equipo, realizáis todos los días.