La Superliga europea murió a los dos días de nacer y la mataron los ingleses. No sé si los hinchas, los jugadores o el gobierno británico… o todos juntos. El caso es que han sido ellos quienes han tenido que romper con el proyecto de Florentino y no los futboleros españoles o italianos. ¿Por qué? Os voy a contar una historia de fútbol inglés.
Sunderland es una pequeña ciudad del norte marcadamente obrera, fría, y amante de la cerveza negra y el fútbol. Tiene 180.000 habitantes y un estadio con 50.000 asientos. En Sunderland importa poco lo que hagan Madrid, Barça, Juventus o Bayern porque el fútbol es la forma que tienen los vecinos de encontrarse y celebrar.
La comunión es centenaria y en 2017 Netflix fue a Sunderland a filmar una serie documental. La idea era retratar el fútbol inglés desde el hincha hasta el futbolista, pasando por la señora que sirve la comida en el estadio. Una cadena mucho más estrecha de lo que pueda parecer. Y la serie funciona. Y funciona porque narra sin filtros y porque el equipo vive una temporada terrible, que termina en descenso. En 2019, la segunda temporada se presenta como la vuelta del club a la élite, pero el club ha descendido otra vez y lo que intenta ser un regreso a la élite vuelve a terminar en fracaso.
‘Sunderland til I die’ es una serie de un equipo derrotado una y otra vez, de un estadio que se llena cada fin de semana y de unos hinchas que viven su club como si fuera su parroquia, hilando un tejido social alrededor del fútbol.
Y la historia del Sunderland no es una rareza. La misma cultura de fútbol-ciudad la encontramos en Leeds, con un equipo que fue campeón y que ahora intenta volver a ser un poco grande. O en Nottingham, un campeón de Europa hoy en segunda.
Inglaterra exporta al Liverpool, al United, al Chelsea o al Arsenal, pero su mercado interior está lleno de historias que no quieren morir en el olvido del dinero.
Ya hemos hablado aquí el Watford de Elton John. Podríamos hacerlo del Portsmouth, donde jugó de portero Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes. O del Wolverhamton, el club de Jimmy Page -Led Zeppelin-, que desapareció tres días después de que el equipo ganara la Copa. O del Fulham, ese equipo de barrio bien de Londres, con un estadio clásico y único, por donde han desfilado desde Michael Jackson hasta Hugh Grant o Pierce Brosman, que ha sido socios.
El fútbol nació en Inglaterra y se nota. Creado por el pueblo y robado por los ricos, rezan las pancartas. Esta semana han sacado músculo social y político. Puede que sean los últimos a estas alturas.