No sé si sabéis que Johan Cruyff era un tipo especial, un tipo difícil.
El flaco pasó a la historia como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos, un pionero, un genio, pero en abril de 1983 era un tipo deprimido de 36 años.
Un segundo padre había muerto; el cuidador del césped del Ajax, un tipo que había ejercido la paternidad desde que el padre biológico de Johan muriera cuando el chico tenía 12 años.
Cruyff no se encontraba cómodo en el campo, ya mayor, y el Ajax había salido campeón a pesar de el discreto juego de su estrella. Johan pidió renovar un año pero el presidente se negó, y además lo humilló públicamente. “No tiene nivel para la primera división neerlandesa” dijo.
Johan se tomó la afrenta muy en serio y movió ficha. Viajó a Rotterdam y se ofreció al eterno rival, el Feyenoord. Pocos lo creyeron cuando se anunció que el gran ídolo del Ajax se marchaba a jugar con el enemigo, y hasta los hinchas de Rotterdam no sabían si aplaudir o rechazar a su nuevo jugador. El caso es que el equipo vivía a la sombra del Ajax y sumaba nueve años sin un título.
Johan se puso en forma y revivió. Buscó un aliado en el mediocampo, un chaval espigado llamado Ruud Gullit, y empezaron la liga perdiendo precisamente en Amsterdam contra el Ajax por 8-2. Pero la liga siguió y Johan se echó el equipo a las espaldas. Perdió un solo partido más desde entonces, eliminó al Ajax en cuartos de final de Copa y ganó Liga y Copa devolviendo la goleada a su antiguo equipo con un 4-1 en Rotterdam.
Fue elegido mejor jugador de la temporada y el Feyenoord le dio lo que no había obtenido del Ajax, una oferta de renovación.
“Tengo 37 años y me es imposible jugar como quiero, al nivel que quiero”. Así rechazó públicamente el contrato y se volvió a su Amsterdam con la mayor venganza en la historia de su vida.
Hablamos de un tipo que se retiró dejando atrás 3 Copas de Europa con el Ajax y tres balones de Oro. Un tipo que dejó la selección por negarse a jugar con la camiseta de una firma deportiva que no era la que le pagaba. Un tipo que jugó en el Barça y ganó 0-5 en el Bernabeu, y que después jugó en el Levante, en segunda división, con un contrato que obligaba al resto de clubes a pagarle una parte de las taquillas para que él jugara los partidos a domicilio.
Cruyff cambió este deporte como jugador y después como entrenador, y lo hizo dejando sus cadáveres por el camino. Y Hasta su fría venganza fue perdonada en Amsterdam, y celebrada en Rotterdam. Porque Cruyff ganó siempre cuando le dio la gana.